Al término de la esperpéntica reunión que celebró el viernes la ejecutiva socialista de Alicante para tratar, sin éxito, de zanjar la crisis abierta por la disparatada actuación en los últimos días de su portavoz municipal, el exsecretario de Juventudes, Antonio Mira-Perceval Graells, afirmó, en clara alusión al exsenador Ángel Franco: «Ha pasado lo mismo que viene ocurriendo desde hace 25 años en este partido. Mandato tras mandato, hay alguien que se empeña en cargarse el grupo municipal». El secretario general de la agrupación, Miguel Millana, le replicó: «Eres muy bobo y canalizas muy mal tu frustración política». El drama del PSOE es que, salvo por lo que respecta al calificativo aplicado por Millana a Mira-Perceval, innecesario, los dos tienen razón. Pero ninguno tiene la solución.

Habrán reparado en que en este primer párrafo he utilizado ya adjetivos muy duros: esperpéntica, disparatada… No son suficientes para definir la crisis endémica del PSOE en Alicante, que no viene de hace 25 años, como dice Mira-Perceval. Pronto harán 35 desde que publico crónica política en INFORMACIÓN y nunca he escrito de otro tema, respecto a los socialistas capitalinos, que no sea de su permanente guerra civil. «Yo he visto cosas que vosotros no creeríais», podría decir parafraseando el monólogo de Roy, en una de las escenas más conmovedoras de la historia del cine. Pero el personaje magistralmente interpretado por Rutger Hauer sólo citaba un par de ejemplos (las naves en llamas más allá de Orión y los rayos C brillando), mientras que yo puedo dar decenas: Un presidente de la Diputación pegándole un puñetazo a un alcalde en una asamblea. Una gestora liquidada justo cuando ponía el partido en situación de ganar las elecciones. Un secretario general sacrificado en el altar de un constructor, que llegó a tener como empleados a un exalcalde y un exportavoz y de cuya defensa letrada, cuando vinieron mal las cosas, se encargó otro exportavoz. Votos en momentos claves de distintas legislaturas intercambiados por sueldos municipales. Una candidata a la fuga casi sin llegar a recoger el acta, como años atrás había tenido que hacer también otro alto cargo del partido, al que en sólo semanas abrasaron entre todos cuando creyeron que podía resultar un futuro competidor para la Alcaldía que entonces ostentaba José Luis Lassaletta y a la que aspiraba Antonio Fernández Valenzuela. Un individuo que, de locura en locura, fue alcalde por casualidad tras cosechar el peor resultado de la historia del PSOE y, de locura en locura, tuvo que dimitir antes de acabar la legislatura haciendo aún más profundo el pozo. Candidatos propuestos con mayor sintonía con el PP que con el Partido Socialista… Dislates, en definitiva, de todos gustos y colores.

No hay ningún secretario general, desde Lerma hasta Puig, pasando por Pla o por Alarte, que no se haya apoyado en Franco para asegurarse los votos que luego necesitan en los congresos 


Como se ha publicado estos días, el PSOE no ha repetido jamás aspirante a la Alcaldía desde 1995 y ninguno de los que presentó acabó el mandato. Cabe decir, para calibrar del todo la dimensión de la quiebra, que quienes sobre la marcha les reemplazaron acabaron tan mal como aquellos a los que precedieron: la mayoría ni siquiera tuvo sitio en la siguiente candidatura y los que sí lograron auparse a la cabecera de la lista cosecharon sonoros fracasos en medio de fortísimas polémicas.

El penúltimo capítulo de este aburrido culebrón ha sido la huida hacia adelante protagonizada por el portavoz del grupo municipal, Francesc (antaño Paco) Sanguino. El exresponsable del Teatro Principal fue una ocurrencia a la desesperada de Ximo Puig, que le había ofrecido a varias personas antes encabezar la candidatura socialista de Alicante, habiendo recibido el rechazo de todas ellas hasta que, ya prácticamente en tiempo de descuento, alguien le sugirió el nombre de Sanguino y le dijo que estaba disponible. Puig se lo impuso a una agrupación local arrasada tras el paso por su dirección de Gabriel Echávarri, pero el invento no funcionó ya incluso antes de que comenzara la campaña electoral. Sanguino, en política, no era más que un diletante, sin formación, sin preparación y sin ideas.

Todo el mandato ha transcurrido así de despropósito en despropósito, con el portavoz más preocupado por enfrentar a su propio grupo, unos concejales contra otros, que por hacer oposición. Lo único que consiguió es conjurarlos a todos (fueran tirios o troyanos) contra él, al mismo tiempo que cada día contaba a quien tuviera la paciencia de escucharle una milonga nueva: que si se iba a ir a Madrid porque él tenía muy buenos contactos para llegar hasta Pedro Sánchez, que si se iba a ir a València porque Puig lo tenía en alta estima, que si Alicante era pequeña para sus méritos y capacidades… A la postre, abandonado por todos pero fiel a sus orígenes, ha querido dotar de dramatismo a su más que anunciada salida, utilizando las ventajas que le da el reglamento municipal para despedir a asesores y destituir concejales, en un estallido final que quizá quiso que tuviera tintes de tragedia griega, aunque se asemeje más a una mascletá de Fogueres. El problema es que Sanguino, en este afán por no terminar sin llamar la atención, también compromete el resultado que los socialistas puedan obtener en las próximas elecciones. En definitiva, es lo que busca: que las cifras de su sustituto sean peores que las de él. Es una forma estúpida de reivindicarse, porque la política por suerte es mucho más que números y porque, en todo caso, no sería justo decir que Sanguino le restó votos al PSOE como candidato a la Alcaldía, pero sí puede afirmarse que no le aportó nada: sacó menos que lo que Sánchez y Puig habían obtenido un mes antes. Eso vale.

El PSOE en Alicante es un agujero negro, al que nadie se quiere acercar y que se traga, anulándolo, todo lo que tiene a su alcance

Culpa de Puig, claro. Por colocarlo ahí. Y por no propiciar un relevo ordenado a tiempo, pese a que el deterioro constante de la situación hacía previsible este epílogo. Y culpa de quien controla el partido desde mediados de los años 90, llevándolo de fracaso en fracaso hasta la ruina en que hoy vive, que es Ángel Franco. Pero culpa también de todos y cada uno de los que militan en esa organización, en esta ciudad. Si Franco domina de la forma en que lo hace el PSOE, esterilizándolo, agostándolo, teniéndolo perpetuamente inactivo como instrumento de la sociedad es, básicamente, porque nadie en una asamblea ha sido capaz de articular una alternativa sólida frente a él. Al contrario, no hay uno solo de los que se le han enfrentado en el pasado o de los que hoy mismo se proclaman sus contrarios, que no hayan pactado con Franco en uno u otro momento. Ni ningún secretario general del PSPV, desde Lerma hasta Puig, pasando por Pla o por Alarte, que no se haya apoyado en él para asegurarse los votos que luego necesitan en los congresos. En ese sentido, el PSOE lleva más de tres décadas estafando a sus electores. ¿Por qué a Puig no le aceptan ninguna de las propuestas que hace para liderar el PSOE? Porque el PSOE en Alicante es un agujero negro, al que nadie se quiere acercar y que se traga, anulándolo, todo lo que tiene a su alcance. Eso es lo que hace Franco. Pero también es lo que hicieron otros antes que él y lo que todos tenemos la impresión de que harían los que pugnan por sustituirle.

Los socialistas harán una encuesta para decidir por quién optan para encabezar su candidatura y tratarán de lanzarla tras el verano

¿Qué van a intentar ahora? El estropicio ya está hecho. Poco más cabe que el control de daños. Pero es difícil cuando ni siquiera son capaces de ponerse de acuerdo en cómo echar a Sanguino, pese a que ni uno solo de ellos defiende su actuación. Ocurre que están demasiado entretenidos en ver si de lo que ha sucedido pueden sacar más madera para seguir con sus luchas intestinas, ajenos a lo que pasa a su alrededor. La dirección socialista realizará en las próximas semanas una encuesta para ver cuál, de entre los nombres que últimamente se han barajado (básicamente, Ana Barceló y Josefina Bueno, aunque también se preguntará por Miguel Millana y es posible que por Trini Amorós), tiene una mejor valoración entre los ciudadanos y activar el proceso para proclamar a esa persona candidata a la Alcaldía lo más pronto posible, a poder ser en septiembre. Al mismo tiempo, tanto València como Madrid trasladarán la orden de cerrar filas en torno a ese nombre y que tanto el grupo municipal como la ejecutiva local trabajen para potenciarlo. ¿Serán capaces? Ya sé que lo he referido aquí otras veces, pero no me resisto a subrayar de nuevo la diferencia que en política hay entre un pesimista y un optimista. El pesimista es el que dice: «La cosa no puede ir peor». Y el optimista, el que contesta: «Sí, claro que puede». Tratándose del PSOE de Alicante, sólo cabe el optimismo.

Lord Jones era secretario de Hacienda

J. R. G.

Leo que tratan al secretario autonómico de Turismo, Francesc Colomer, de «lobista» a favor de la patronal de Hostelería, Hosbec, por estar en contra de la tasa turística. Y me pregunto si no se dan cuenta, ni en Compromís ni en Podemos, de que si ese fuera el razonamiento, a quien quiere imponerla se le podría acusar de hacer «lobby» en favor de un destino competidor, Baleares, por ejemplo. Leo que estar contra la tasa es estar a favor de la patronal y me preocupa que quienes lo dicen no reparen en que la totalidad de los alcaldes que tendrían que aplicarla, salvo dos, ha manifestado su rechazo. ¿No son nadie? Leo que el secretario autonómico de Hacienda, Francisco Gamero, ha enviado una airada carta de protesta contra Colomer y en defensa de la tasa y comprendo que, efectivamente, el periodismo a veces consiste en contarle que lord Jones ha muerto a una gente que hasta ese momento no sabía que un tal lord Jones vivía. Gracias a eso, ahora sabemos que hay un secretario autonómico de Hacienda y que se apellida Gamero. Algo hemos ganado.