Estamos acostumbrados a la información meteorológica centralizada desde Madrid. Pero aun así no nos habituamos a las incorrecciones en el uso de algunos verbos, sobre todo en un verano tan tórrido como el que estamos sufriendo. Quiero referirme de un modo muy particular a las temperaturas mínimas, y a la manera en que tienen de comunicar sus valores. ¿Qué es eso de que la pasada noche alcanzamos los 20 grados o los 21 grados o los 23 grados?

Cada vez que lo escucho, y les aseguro que son varias veces al día, dado que asisto cada jornada a la meteo de no menos de cuatro canales y alguno que otro autonómico, me puede la rabia.

Habría que decir que esta capital, durante toda la madrugada, no ha bajado de los 26 grados o de los 25 grados o de los 23 grados. Como muy bien leo en la crónica correspondiente de este diario, y como con bastante sentido común pronuncian algunos meteorólogos en la televisión, que de todo hay en la viña del señor.

Pero los hay que están viciados, cada cual tiene sus tics, y no pueden cambiar. En un verano tan largo como el nuestro se hace complicado soportar durante tantas semanas (entre junio y septiembre son más de dieciséis) día tras día, que se nos diga que en tal ciudad por la noche hemos alcanzado los veinte.

¡No, por favor! No ha bastado con sufrir durante no sabemos cuántas jornadas consecutivas medianoches rozando los 30 grados en el centro urbano por el dichoso efecto «isla de calor», como para que encima tengamos que escuchar que las noches de marras «hemos alcanzado» los 20 grados.

Mimemos el lenguaje. Es cuestión de sentido común. E informemos de verdad.