Por si alguien tenía alguna duda sobre el supuesto cambio que Alberto Nuñez Feijóo iba a dar al ejercicio de la oposición del Partido Popular en la política española, el espectáculo dantesco que este partido ha vuelto a dar con ocasión del 25 aniversario del asesinato del concejal de Ermua Miguel Ángel Blanco, echa por tierra cualquier atisbo de modificación de la actitud de los populares siempre unida al todo vale con tal de hacerse con el poder, forma de ser que fue inaugurada por José María Aznar como medio para conseguir la presidencia del Gobierno en 1996.

La última disculpa para la utilización del terrorismo de la extinguida banda ETA como medio para atacar al Gobierno de la nación ha sido el estudio en el Congreso de los Diputados del proyecto de Ley de Memoria Democrática, ley que pretende poner fin de manera definitiva a la dictadura franquista, a sus efectos judiciales todavía pendientes de ser anulados, a la recuperación de los cuerpos que siguen enterrados en cunetas de media España y, sobre todo, para enseñar a las nuevas generaciones que el golpe Estado de 1936 y la dictadura posterior de cuarenta años no tuvo ninguna justificación.

El acuerdo previo entre el Gobierno y Bildu responde, en primer lugar, a la negativa del Partido Popular a participar en cualquier política de Estado que tenga como objetivo juzgar al franquismo como lo que fue, es decir, una dictadura asesina y miserable que encarceló, asesinó y torturó a todos los que defendieron la legalidad republicana. Pensar, en el año 2022, que pueda haber alguien en España, con valores democráticos, que pretenda instaurar en España con la defensa de la memoria de los demócratas del 36 el revanchismo y la venganza, como suelen repetir a la menor ocasión los dirigentes del Partido Popular y de la ultraderecha nostálgica del franquismo VOX, no es que sea ridículo, que lo es, sino que responde a una utilización de la historia con ánimo de querer blanquear un régimen dictatorial para, imagino, querer justificar la actitud de sus padres y abuelos durante la dictadura franquista. En segundo lugar, Bildu, quiere convertirse en un partido de Estado interviniendo en la aprobación de leyes fundamentales para la estabilidad del Estado y la mejora de las condiciones sociales y económicas de los trabajadores de este país. Durante los años de existencia de ETA los dirigentes de todos los partidos políticos, incluido el Partido Popular, repetían cada día que ETA debía dejar las armas y participar en la vida política. Pues ya lo hecho. Y además sin conseguir nada a cambio. Nada.

Si el Partido Popular abandonase su actitud negativa y su no perpetuo a cualquier iniciativa del Gobierno en vez de negociar cada ley que se someta a discusión en las Cortes Generale de acuerdo con sus intereses, el Gobierno no tendría que apoyarse en partidos minoritarios para poder aprobar leyes fundamentales para el funcionamiento del país y el desarrollo del bienestar entre la ciudadanía.

La banda terrorista ETA fue derrota por la democracia hace más de diez años. Su disolución sin haber conseguido ni uno sólo de sus objetivos para los que nació es un hecho incontestable. La reunión de Feijóo con algunas de las asociaciones de víctimas del terrorismo con la excusa de que la Ley de Memoria Democrática supone el triunfo de ETA sobre el Estado, no solo es una mentira burda y torpe sino sobre todo una utilización miserable del dolor de los familiares asesinados por ETA. El Partido Popular ha leído este proyecto de ley y por tanto sabe que la inclusión de una comisión que estudie supuestas violaciones de los derechos humanos en los primeros años de la Democracia no es más que un gesto de Bildu hacia su electorado con la pretensión de querer aparentar que Bildu tiene un motivo para existir cuando en realidad es un partido que no sirve para nada o, como mucho, para que resentidos nostálgicos de la época de ETA puedan seguir justificando su actitud de colaboración con los asesinos y mafiosos etarras. Frente a la utilización de ETA por el Partido Popular aquellos que de verdad creen en la Democracia nunca utilizarían la memoria de los asesinados como arma política.

Homero contó en la Ilíada que el rey de Troya acudió una noche al campamento aqueo con la intención de recuperar el cadáver de su hijo y poder darle un entierro digno. Aquiles, el gran guerrero que lo había matado, se apiadó del viejo rey y lloraron juntos. El derecho a enterrar a los muertos, poder llorarles en la intimidad y tener un sitio para recordarlos. De eso va la Ley de Memoria Democrática. De dejar bien claro a las futuras generaciones que no hubo ningún motivo para que el golpista Franco se hiciera con el poder y matase y encarcelase a la mitad de la población española. No de la recuperación de ETA.