El verano es un mes donde se toman muchas decisiones importantes en la vida, sobre todo para los estudiantes que han terminado su periodo escolar con 17 o 18 años, y que afrontan la seria decisión de elegir cuál es su futuro profesional y la carrera que tienen que tomar, o, también, una Formación Profesional que puede ser igual de apta para el desarrollo de las actividades profesionales de cualquiera de nuestros jóvenes.

También es importante destacar que en este período las decisiones que se adopten en la vida puede que no tengan vuelta atrás y que cualquier error que se toma en determinados períodos de la vida pueden marcar el futuro de una persona, ante la imposibilidad del regreso a una especie de túnel del tiempo donde volver atrás y poder rectificar errores es imposible y que solo se torna en posible en las series de ciencia ficción que solo es eso, y no una realidad palpable que se puede tocar todos los días.

De esta manera, quien ha tomado una decisión alguna vez en su vida que luego se ha dado cuenta que es errónea siempre se ha replanteado la posibilidad del regreso y la vuelta atrás en la toma de decisiones. Pero ello solo se nos manifiesta como una posibilidad que no es palpable y en la que el arrepentimiento solo supone una muestra de que se tomó la decisión equivocada y que no se aceptaron los consejos de aquellas personas que los dieron y fueron desoídos.

Es por ello, por lo que en estas situaciones es importante en muchos casos dejarse asesorar por personas mayores que han vivido ya, o lo han visto en otros, de la comisión de errores en el tiempo, y que saben lo que es equivocarse y acertar en la vida, a fin de poder aconsejar de forma seria y razonable a quien tiene que tomar una decisión que puede ser el futuro profesional de su vida y sobre la que más tarde nunca da tiempo a arrepentirse.

En otras ocasiones uno de los errores que con mayor frecuencia se cometen es no afrontar las decisiones en línea recta sino hacerlo de forma zigzagueante, dando vueltas a la decisión que hay que adoptar, y sin tomar la misma y dejarla en stand by, o espera, al no atreverse a decidir por el riesgo a cometer un grave error. Con ello, las reservas, las dudas y la falta de decisión a la hora de afrontar una respuesta a muchas de las cuestiones que exigen acometer una decisión lleva muchas personas a dar vueltas y más vueltas a la toma de decisiones, retrasarlas y dejar sin salida y sin sentido a la necesidad de resolver problemas personales que se dejan siendo problemas, precisamente, por la inexistencia de respuestas y soluciones en los momentos en los que hay que darlas.

Por ello, nuestros jóvenes tienen durante estos días importantes responsabilidades a la hora de dar respuestas a las muchas dudas que les vienen a sus cabezas a la hora de afrontar su futuro profesional. Porque nótese que cuando se tiene una edad tan complicada por la juventud y exigencia de tomar decisiones, el aislamiento personal a la hora de decidir y no contar con la opinión de los mayores más cercanos, que suelen ser sus padres, hermanos mayores o los abuelos, que son los que mejor pueden aconsejar, supone enrocarse en una solución personal que puede ser errónea al no haber comprobado cuáles pueden ser los déficit existentes ante una decisión adoptada que puede ser errónea si no se realizan las correspondientes consultas sobre los aspectos negativos que puede tener la decisión que quiere afrontar el joven y que repercutirá en el resto de su vida personal y profesional.

El arrepentimiento y la marcha atrás no existen, como tampoco lo es el túnel del tiempo. Y hay momentos a lo largo de nuestras vidas en donde las decisiones erróneas son irreparables y marcan el futuro de las vidas de quienes tienen que adoptar esas decisiones tan importantes. Por ello, unos de los que pueden dar en mejor grado y medida esos consejos son los abuelos por el largo periodo de vida y recorrido que tienen y por haber visto y escuchado estas situaciones, comprobado errores y aciertos, y los arrepentimientos de quienes se equivocaron y tiempo más tarde se dieron cuenta del error y el carácter irrecuperable del mismo.