Todos los veranos, al menos desde el heliocentrismo, TVE repone la serie Curro Jiménez con la aviesa intención de que creamos en los bandidos buenos y los piratas honrados -brujas, goitysolos y pacosibañez aparte- a despecho de la propia razón. El otrora pacífico barquero Jiménez, en la serie que lleva su nombre, se echa al monte víctima de una injusticia tan infame y rotunda, tan humillante, que nada más conocerla entran ganas de montar a caballo y seguir los pasos del ahora encendido bandolero. Una metáfora traída de la romántica tradición del bandolerismo andaluz tan caro a los viajeros europeos del XIX y que nada tiene que envidiar a sus homónimos ingleses encabezados por Robin Hood. Así las cosas, ya tenemos todos los elementos necesarios para montar el silogismo moral invertido: robo a los ricos para dárselo a los pobres, y, además, no me quedo con nada, si acaso, para los gastos corrientes. “Too pal pueblo”, como sentenció otro ilustrado andaluz en la “expropiación” de Rumasa. Este verano, cambio climático mediante, sería propicio para leer un docta biografía de Manuel García-Pelayo, presidente del Tribunal Constitucional en la fecha de autos de Rumasa, 23F de 1983, simbolismo mágico (recuerden que ese mismo día y mes, dos años antes, se produjo el intento de golpe de Estado de Milans, Armada y Tejero).

Volvamos a la magia, los duendes y el simbolismo bandolero de Andalucía. Esta semana el Tribunal Supremo confirmaba la condena a Chaves y Griñán por el caso de los ERE andaluces, en euros, el mayor caso de corrupción conocido en España. La sentencia, que se notificará en septiembre, aboca al expresidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán (también expresidente del PSOE) a las puertas de la cárcel al confirmarse su condena de 6 años de prisión. Chaves, también expresidente de la Junta y del PSOE, ve confirmada su sentencia a 9 años de inhabilitación. Nada demasiado nuevo en el expertisse del puño y la rosa. El 10 de septiembre de1998, en política anteayer, José Barrionuevo, ministro de Interior con Felipe González, y Rafael Vera, secretario de Estado para la Seguridad, traspasaban el umbral de la prisión de Guadalajara, inside direction, mientras outside direction, los abrazaba efusivamente el ectoplasma de míster X, pero desde fuera, way out, por si acaso se cerraba la puerta por un golpe de viento de los GAL.

Pedro Sánchez y la cúpula del PSOANCHEZ han salido en tromba recordándonos el halo romanticista del bandolerismo andaluz como expresión máxima del silogismo moral invertido: “Pagan justos por pecadores” (¿quiénes son los pecadores, el pueblo llano, el entramado de corrupción, el PP, el cambio climático?); “Ni Chaves ni Griñán se llevaron un solo céntimo de euro” (¿ni su entorno?, lo que ya es afinar en suma cercana a los 700 millones de euros); y en la cima de la reflexión moral Currojimenesca, se acaba por definir el mayor caso de corrupción en España, los ERE, como “un mecanismo que ayudó a cientos de trabajadores” (olvidando, por las prisas, decir también trabajadoras). Damos por bueno que uno de los trabajadores ayudados era ese sindicalista de UGT del que su madre decía que tenía tanto dinero como para asar una vaca. Y también los mariscadores andaluces que proveían a los sufridos “trabajadores ayudados” del marisco del que se atiborraban, contra su voluntad, a cargo del dinero que no es de nadie. Y a los jefes de los prostíbulos a los que con tanta asiduidad acudían los “trabajadores ayudados”, pese a ir contra sus convicciones morales y la explotación de la mujer. O a los traficantes de la cocaína que se esnifaba. Y todo esto, la punta de iceberg descriptivo de los ERE, se resume en mantener la honorabilidad de Chaves y Griñán porque no se llevaron un solo céntimo de euro y de que todo fue un mecanismo que ayudó a cientos de trabajadores (no obstante la atractiva reflexión del silogismo amoral sánchezcastejoniano, si dividimos 680 millones entre cientos de trabajadores, se antoja demasiado jamón para tan poco pan; con esas cifras, cualquiera habría conseguido ayudar a centerares de miles de trabajadores y aún le sobraría para hacer obras de caridad).

No es solo cuestionar y desacreditar una vez más a la Judicatura, al Tribunal Supremo, a la independencia de jueces y tribunales, esta vez con la excusa de que hay dos votos discrepantes (ya se conocerá el sentido de estos, pero me extrañaría que salvaran la estructura de corrupción que se creó en torno a los ERE); no solo es que la expropiación de Rumasa salió adelante en el Tribunal Constitucional con el voto de calidad de su presidente García-Pelayo puesto que se había producido un empate (aquí al PSOE no le importunó que la mitad de los magistrados votaron en contra); no es solo que la sentencia que sirvió de oportuna palanca para la moción de censura al diletante Rajoy y su PP -en la que el juez De Prada coló afirmaciones consideradas después por el Supremo como “excesivas”- se dictó con el voto discrepante de uno de los tres magistrados, lo que al PSOE no le privó de la prevención moral que ahora reivindica; no es solo eso.

Se trata de saber qué pensamos de esos mitológicos bandoleros andaluces que en el imaginario romántico de la época se decía que robaban a los ricos para dar el dinero a los pobres. Se trata de saber dónde se encuentran las líneas de la ética, la estética y la moralidad; del respeto a las leyes; del rigor y la fiscalización en el uso del dinero público; del beneficio político, directo e indirecto, que se consigue adocenando, subvencionado y favoreciendo sin ningún tipo de control un sistema de caciquismo endogámico, tercermundista, caudillista y profundamente reaccionario que solo persigue adocenar, dormir, dirigir al pueblo, a Andalucía, como si fuera un rebaña privado de voluntad propia, condenado al quietismo, al secular retraso y a la dependencia; a la anulación del progreso a cambio de la limosna del amo. Se trata de saber si el verano que viene TVE volverá a reponer Curro Jiménez. A más ver.

Rafael Simón Gil

Alicante, 31 de julio de 2022