Privatizar, privatizar, una política muy pensada, gran negocio para unos pocos. Estrangular el estado del bienestar, fue pionera la premier británica Margaret Thatcher, hija de un tendero. Fue implacable y soportó muchas huelgas con indiferencia, se le llamó la Dama de Hierro. Eliminó sin piedad muchos derechos sociales que se habían conseguido con el gobierno laborista de Clement Attc. Lo tenía claro, romper los acuerdos conseguidos social y políticamente después de la segunda guerra mundial, ante la crisis los sectores conservadores dieron un paso atrás, no había alternativa posible en esas circunstancias tan dramáticas. Superada lo peor de la crisis Thatcher decidió poner las cosas en su lugar, ricos más ricos y pobres más pobres.

Eliminar derechos, que parecían intocables y por supuesto privatizar desmantelando el estado. No quedó nada sin tocar, educación, sanidad, transporte, industrias, las minas... Conviene recordar que Esperanza Aguirre es una incondicional de la Dama de Hierro y gobernando la tuvo de ejemplo pero la resistencia social, sindical, política, limitó su proyecto.

El actual gobierno de Pedro Sánchez tiene la pretensión que la banca, el sistema financiero, las eléctricas, que tanto han ganado aprovechando la crisis, paguen un impuesto de tres millones de euros en dos años. La respuesta ha sido categórica, ni hablar a pesar que unos cuantos países europeos han tomado medidas similares. Conviene recordar que en 2017 el rescate financiero significó para el estado la enorme suma de 60.000 mil millones de euros. En su momento el presidente Rajoy dijo en el Congreso que ese dinero sería devuelto, hasta el último euro. Cinco años después se han devuelto unos cuatro mil millones de euros y nada indica que haya más devoluciones. Tres mil millones en dos años les parece un saqueo, no lo pueden soportar.