Aunque es aún una posibilidad lejana que Alicante pueda convertirse en sede de la futura Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial (Aesia), un organismo de nueva creación que encaja con la política de descentralización institucional que quiere impulsar el gobierno de Pedro Sánchez, hay ya una apuesta firme de Ximo Puig para que venga a la Comunidad y que lógicamente sea Alicante, lugar donde se asienta el hub de Distrito Digital, la primera opción de la Generalitat. En este sentido no deja de ser una feliz y oportuna coincidencia que mañana viernes la EUIPO acoja el Fórum Europeo de Inteligencia Artificial, centrado sobre todo en la investigación de IA aplicada a la salud. Organizado por Encuentros Now, que preside Manuel Bonilla, por Ellis Alicante, la propia EUIPO y por Prensa Ibérica, grupo editor de INFORMACIÓN, el Fórum tiene vocación de continuidad. Especialmente, ahora que Alicante empieza a sonar con fuerza en ese selecto grupo de ciudades del mundo que se asocian a la revolución de la IA, gracias a la presencia de ELLIS, de la que Nuria Oliver es cofundadora y directora científica. Entre los participantes, un grupo de nombres que están todos en la élite de la investigación en IA, especialmente en el apartado de salud, destaca sin duda Lama Nachman, la investigadora de INTEL que dirigió el equipo que devolvió a Stephen Hawking la voz y la capacidad comunicativa gracias a un sofisticado equipo cuando la enfermedad que sufría el científico ya estaba en una fase muy avanzada que le había inmovilizado casi por completo. Todos recordamos esa voz metálica que términó haciéndose familiar tras escucharla muchas veces y que traducía a sonidos los contenidos escritos en el sofisticado procesador de textos con el que Hawking siguió trabajando, escribiendo, investigando y comunicándose hasta el final de sus días. Uno de los más bellos milagros de una tecnología que va a cambiar el mundo.

Y una cosa más:

Las manías castrenses de algunos colegios con el tema del vestuario rebasan cualquier lógica cuando chocan con factores como el cambio climático y ponen en riesgo no ya la comodidad sino incluso la salud de los alumnos. Un colegio no es un cuartel en el que las normas sobre la ropa que hay que llevar, comprensibles por otro lado, no deban cambiar si las circunstancias ambientales así lo dictan. Ni a un ejército se le obliga a vestirse en el Trópico como si estuviera en el Polo Norte. ¿Cómo van a rendir académicamente niños y adolescentes si les obligamos a ir con pantalón largo o con medias hasta la rodilla cuando la temperatura no baja de 30 grados y, en muchos centros, ni siquiera hay aire acondicionado en las aulas? Hay veces que da la impresión de que las normas escolares chocan con el sentido común y convierten la disciplina en pura arbitrariedad. Máxime cuando estas exigencias de vestuario solo incluyen a los alumnos y no se extienden a otros estamentos de la comunidad educativa.

Un grupo de alumnas, en pantalón largo o con el pantalón de deporte del colegio. JOSE NAVARRO

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