No sé si La gran confusión seguirá los sábados. Pero si continúa, cuando la impecable Marisa Rodríguez Palop despida Informe semanal y dé paso a este despropósito sentiremos mucha vergüenza. Cuando el plató se transforma en circo, griterío, carnaza pura, espectáculo grotesco. Ello sin contar los fallos de sonido y edición, que al tratarse de un programa grabado hubo varios.

La versión catalana de la propia TVE, Obrim fil, más modesta, era mejor. Se conformaba con ser un late nigth que iba después de Cuéntame. Esto de La 1 no tiene nombre. La tele pública ha dado otro salto mortal sin red para parecerse a la peor televisión comercial.

Fue hace sólo un año cuando el nuevo Consejo de Admistración se llenaba la boca de buenas palabras para su nueva etapa. Venía la nueva televisión. La que quieres. Pero bastaron dos baños de realidad, dos pinchazos de audiencia en Las tres puertas (María Casado) y Las claves del siglo XXI (Javier Ruiz) para que el equipo que lidera Pérez Tornero tuviese claro que una televisión sin espectadores no va a ninguna parte.

Discrepo de ellos, que parten de la premisa de que la televisión pública sin clientes no tiene sentido. Y para dárselos están dando tumbos. La semana pasada convirtieron en reina de la noche a Loles León, verdadera protagonista de Lazos de sangre (dedicado a su amiga la Carrà) y del programa de Sardà.

Por otro lado, dado que a los Telediarios les duplican en espectadores los de Antena 3, han adoptado medidas tan curiosas como las de colocar como telonero El tiempo, que siempre da muy buenos réditos, a ver si les arrastra público. ¡Eso no es serio en una televisión pública!