La Currutaca era el trofeo que Tip y Coll concedía al personaje de la semana que había cometido el mayor desmán, la mayor metedura de pata, el más grande de los desatinos. Servía para cerrar su página de humor en el programa 625 líneas de los domingos por la tarde cuando corrían tiempos difíciles. Habíamos pasado la transición, pero los años 80 estaban por estrenar, con todo lo que eso suponía. El programa, como Lo de Tip y Coll (que hizo famosa la melodía «dame la manita Pepe Luí»), y sus secciones en el programa ómnibus Todo es posible en domingo con Juan Antonio Fernández Abajo, siempre se emitieron en torno a las siete de la tarde. En aquellos momentos de televisión única, eran seguidos, según estimaciones (no había audímetros), por 18 millones de españoles. Todos los que no estaban en el cine ni en el fútbol.

En el primer Imprescindibles de la temporada, Gemma Soriano y Manel Arranz no nos mostraron la Currutaca, pero recorrieron las biografías de Luis Sánchez Polack y José Luis Coll por separado y como dúo artístico a través de numerosos personajes, humoristas y familiares. Algunos, como el realizador más longevo de TVE, Fernando García de la Vega, debería tener homenaje propio.

El programa se tituló Regardez la gilipolluá, por el número más famoso del dúo, el del vaso de agua. Dijeron los allegados que todo fue improvisado. No lo creo. Estoy de acuerdo con la experta en humor en que la televisión posee momentos mágicos y este fue uno de ellos. Pero de eso a decir que no estaba preparado hay un abismo. Ahí estaba el asistente, presto, recogiendo los vasos en cuanto acabó. Esta vez lo vimos cerca de 500.000 espectadores. No está nada mal.