TEATRE ARNICHES DE ALICANTE

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Autor y director: Xavo Giménez

Producción: Institut Valencià de Cultura

Para empezar, una mujer está planchando y un hombre hace crucigramas. Una situación costumbrista. Ella, la actriz Rosanna Espinós, emplea el modo narrativo, posteriormente, y hace del espectador un observador que está viendo una comedia y que participa de la ficción de los personajes. Esa interactuación con el público dirige sus observaciones por tanto, y los medios visuales de la escenificación rompen la ilusión de un diseño realista.

Estos mimbres conforman las escenas entre la realidad y la ficción, la verdad y la mentira con cuatro hermanos mayores que viven en la casa de sus padres. ¿Una visión absurda de la existencia? ¿Realismo mágico en esa actitud cotidiana? Así, el autor y director Xavo Gíménez refleja una vida banal, rutinaria o asfixiante y el sentido simbólico del sinsentido en la producción del Institut Valencià de Cultura, vista en el Arniches de Alicante dentro de la XXX Muestra de Teatro Español de Autores Contemporáneos.

La idea y el punto de partida están bien. Pero ¿los pasajes y el desarrollo nos seducen? La sensación general es que «Las danesas» no está a la altura de lo que cabe esperar. Valen los deseos y las frustraciones, eso sí, en las tragicómicas circunstancias.

Verónica Andrés, Álvaro Báguena (con infumable peluca), Toni Misó y, en menor medida, Marta Santandreu, junto a Espinós, ponen aliento, capacidad técnica y pretenden que funcione el panorama con persuasión, aunque no es posible salvarlo plenamente. Santandreu tiene tres papeles. Uno resalta la incomunicación con su padre. Ella no habla. Representa a la enfermera y a una vendedora pasada de tueste.

En ocasiones hay ataques de locuacidad en forma de monólogos que refuerzan la tesis de Xavo Giménez sin aportar nada con respecto al grado de atracción de la obra. O la trascendencia impostada en ciertos pasajes. La impotencia para controlar el propio destino conduce a la desintegración en un mundo irracional y frágil.

Finalmente, suenan «The end of the world» («El final») y «Happy baby».