Torbellino de selección

Luis Enrique grita órdenes a sus pupilos durante el partido ante Marruecos.

Luis Enrique grita órdenes a sus pupilos durante el partido ante Marruecos. / Alberto Estevez

Francisco Esquivel

Francisco Esquivel

La selección de Luis Enrique está dando juego. Dentro del campo ha tenido lo que ha tenido, pero fuera es un torbellino. Lo último es la posible relación entre la princesa Leonor y Gavi. Está contrastado que la heredera al trono ha resultado ser la más futbolera del entramado Borbón y que lleva su carpeta al cole forrada con el jugador. La cuestión subió de tono al ser sorprendentemente el elegido para entregar a Felipe VI una camiseta que no era de la talla del monarca sino probablemente de la de su hija. La que le ha caído estos días en el vestuario por parte del resto de la basca que le ha bautizado como «El principito» es fácil de imaginar y también los decibelios que ha debido alcanzar la coña marinera. No es extraño, pues, que el pequeño centrocampista entre a la disputa del balón con la fiereza que lo hace. Y no le ha rascado a los suyos de milagro.

   El digital de Inda, cuál si no, ya se ha preguntado qué pasaría con la carrera del chaval si hubiese boda y por supuesto se ha respondido, estaría bueno. Tendría que colgar las botas. Alude a que en la normativa de la Casa de Su Majestad y dentro del apartado número 1 de las actividades de la Familia Real se explicita que sus miembros «solamente podrán desarrollar, con carácter de exclusividad, actividades de naturaleza institucional». Y el foco puesto en reformar la Constitución para adaptarla a los nuevos retos... Virgen santa.

   Pero la resonancia del paso de La Roja por Qatar no se queda ahí. El pepé ha señalado al Mundial como factor decisivo de que sus iniciativas estén teniendo menor eco del que preveían y el propio Feijóo se ha quejado de que el Congreso debatiera la modificación del Código Penal el día en que España jugaba dando por hecho que, de no ser así, el personal habría estado sin pestañear pendiente de si «sedición, no; sedición, sí». Hay semanas en que no es fácil adivinar cuál es la estrategia del paisano de Rajoy. Con Mariano una cosa al menos sí teníamos clara: que, en una jornada de pérfida coincidencia como la señalada, él con quien está es con el partido.