No parece de este país

Francisco Esquivel

Francisco Esquivel

A la hora en que los once jinetes del apocalipsis están dándole vueltas a lo suyo después de que la dupla con el mandato caducado ni siquiera haya tenido a bien abstenerse, me refugio en los brazos de Manuel Alcaraz, profesor de derecho constitucional transformada hoy esa materia en la cosa tomatosa, creyente jondo que cuando ve flaquear el espíritu sereno con el que se conduce echa mano de sus sólidas convicciones, se agarra firmemente a ellas, trasciende y va más allá. Para eso es capillita. Cada vez más, claro.

   Se halla en plena gira de presentación de su último libro «El oficio de Casandra», un compendio de artículos molones en los que desgrana las inquietudes por la calidad y el futuro de la democracia junto a otras derivadas. Y lo que hace este tipo gentil proveniente de la Ilustración es recomendar lo único que no es suyo: el prólogo. Así que no es plan de llevarle la contraria y dejaré de buen grado que sea Joan Romero, quien define al que fuera colega tiempo atrás en los avatares de la cosa pública de «moderado de izquierdas que rechaza la antipolítica como forma de encaminarse por la vida», el que resalte parte de la sustancia que la obra insufla al devenir de lo que hay entre manos, que no es poco: «El autor sabe bien que la democracia es conflicto, pero también pacto. Y se dan momentos en los que el acuerdo es el mensaje y la tarea de los partidos y de los gobiernos, en tiempos de fatiga institucional, de fragilidad política y de desconcierto, es conciliar... Por eso expresa su dolor cuando constata la judicialización de la política, que no es sino la constatación de un fracaso y de alguna forma un fracaso colectivo». Hasta en lo del prólogo coincido con Alcaraz. Me preocupa.

   El anhelo sostenido a lo largo de sus escritos es el de un llamamiento firme a la prudencia. La prueba es que, como habrán observado por el aroma de lo que antecede, durante la presentación no se hizo referencia a la pirueta que estaba produciéndose en el tribunal ni a cómo se ha llegado a este extremo. Si se llega a hacer...

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