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CRONICAS DE DON FLORENTINO

Juan Carlos Padilla Estrada

Arrepentimientos en la despedida

Arrepentimientos en la despedidaInformación

Una enfermera australiana que se dedicó a atender pacientes terminales publicó un libro acerca de los pensamientos finales, especialmente los arrepentimientos de las personas que se enfrentaban a su conclusión.

No es que sea un tema muy alegre, pero creo que nos puede ilustrar a todos acercar de cómo morimos y, sobre todo, como podemos cambiar nuestras vidas para hacerlas más felices y minimizar esos remordimientos, signos inequívocos de que algo no hemos hecho bien.

Los arrepentimientos finales resultaron bastante repetidos.

En primer lugar, los pacientes se quejaban de no haber vivido la vida que ellos querían, sino aquella que otros esperaban de ellos. Algunas personas reconocen no haberse expresado personal, profesional o sexualmente tal y como son. Y eso les genera una enorme frustración a las puertas de la muerte.

El segundo arrepentimiento consistía en haber trabajado demasiado y, por tanto, haberse perdido la infancia de los hijos, acontecimientos familiares o no haber podido estar con las personas que querían por culpa del trabajo.

El tercer motivo de arrepentimiento es el no haber podido o sabido expresar sus propios sentimientos con la profundidad y la intensidad adecuada. Por miedo a generar conflictos o a sentirnos rechazados a veces callamos aquello que sentimos y eso al final de la vida nos duele, como una espina clavada.

Otro motivo de arrepentimiento es el no haber mantenido contacto suficiente con amigos, con familiares o con personas a las que verdaderamente se aprecia y que la dinámica de la vida ha ido manteniendo lejos. Vamos dejando un día tras otro para hacer esa llamada o planificar esa cena hasta que nos damos cuenta de que ya no queda tiempo.

El último motivo de arrepentimiento es una mezcla de todos los anteriores, quizá el más común de todos y al que todos tenemos miedo: arrepentirnos de no haber sido lo suficientemente felices. O al menos no haberlo intentado con todas nuestras fuerzas.

Usted, querido lector que está ojeando estas líneas, es muy probable que no esté en sus últimos momentos y por tanto tenga tiempo y energía para replantearse estas cuestiones, extremadamente comunes, y ponerles remedio con tiempo suficiente para no tener que arrepentirse al final de la vida. Ojalá nos sirvan a todos estas reflexiones de los que nos precedieron, que necesariamente han de combinarse con el VALOR para cambiar aquello que nos hace infelices.

Y perdónenme ustedes el rollo. Les dejo porque me he de ir a trabajar, como querían mis padres, para ganar dinero que se gasten mis hijos y ver si dentro de veinte o treinta años puedo ponerme a pintar acuarela, escribir esa novela eternamente pospuesta y quedar con un par de amigos a los que hace un siglo que no veo.

A lo mejor este fin de año es una buena ocasión para decirle a unos, unas, unes, unus o unis cuanto les queremos.

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