El teleadicto

El hombre que me puso corbata

Sergi Schaaff.

Sergi Schaaff.

Antonio Sempere

Antonio Sempere

Nadie lo consiguió más que él. Sergi Schaaff fue la única persona que logró que me pusiera una corbata en toda mi vida. Fue contra mis principios y solamente durante una hora. Lo que duró la grabación del concurso La vida es juego. Puede que no lo recuerden, porque nació como spin off de El tiempo es oro, después de que éste agotase sus ediciones. Trató de prorrogar su éxito, sin conseguirlo, reuniendo a dos concursantes cada semana, que debían contestar preguntas sobre un biografiado. Un mes antes de la grabación, el equipo del programa nos ponía sobre aviso del personaje e incluso nos facilitaba una bibliografía sobre el mismo. Aquello era la más parecido a un examen. Claro, que tenía su compensación. Aun perdiendo ante el contrincante, como fue mi caso, gané unas suculentas 700.000 pesetas de las de 1993.

Volviendo a la corbata, es natural que a la hora del deceso del realizador recuerde este dato, que dice mucho sobre su forma ciertamente obsoleta de entender la televisión cultural. A esas alturas yo había participado en Silencio, se juega, el debut televisivo de El Gran Wyoming como presentador; en cuatro entregas de Hablando claro, concurso netamente cultural, presentado por Inka Martí y Salvador G. Valdés; en Locos por la tele, con Ferrán Rañé; en Cifras y letras, con Elisenda Roca; en Pictionary, con Jordi Hurtado; en Juguemos al Trivial, con Pepe Navarro, y en varios concursos de nuestra tele autonómica. Además de haber sido miembro de jurados tan variopintos como el del Festival de Eurovisión (1991) o el de Tribunal popular. A todos los platós pude ir vestido como me apeteció. Sólo Sergi Schaaff impuso una pauta absurda. En ese programa no me dejó ser yo mismo.