En pocas palabras

De Bureo por Alicante

Antonio Sempere

Antonio Sempere

Dos hermanas jubiladas discuten amistosamente en la calle Labradores ante las postales del Alicante antiguo exhibidas en los ventanales del Archivo Municipal. Que eso no puede ser la Explanada, que no tiene las teselas, que seguro que es el paseo de Canalejas. Intervengo. Claro que la fotografía, de los años cincuenta, era de la Explanada. Las hermanas, de Cehegín, vinieron a Alicante a principios de los sesenta, estrenando el barrio de Virgen del Remedio. Tan previsoras fueron que se compraron un par de pisos cada una. Vivían en un tercero, pero también se hicieron con otro en la planta baja. Para cuando las ‘piernecicas’ no respondieran. Con vistas a Ciudad Jardín. Era un barrio muy tranquilo, de gente joven y trabajadora. Una ganaba 3.000 pesetas trabajando en el Hospital. Su marido, 6.000. Con las 9.000 que reunían pagaban las letras del piso, de los muebles, la compra semanal en el Mercado, y todavía ahorraban.

“Con los años empezó a llegar gente rara”. Decidieron trasladarse. Cada hermana pudo dar la entrada a un piso en la que por entonces era todavía una incipiente avenida de la vallisoletana Miriam Blasco. Así es que, las vueltas que da la vida, “pasamos del Bronx a la zona más cara”.

Ahora tienen sus rutinas. Los miércoles van al mercado de El Campello, el que tiene los mejores precios, y todos los jueves, de bureo por Alicante (bureo, preciosa palabra), a comer de menú por la zona del Mercado a 9 euros, 8 en la barra, donde te puedes llevar el segundo plato en un táper para la cena. Qué sería de Alicante sin los doscientos mil alicantinos que no nacimos aquí y le damos color y calor.