Mundo digital

¿Qué hacemos con Huawei?

El Mobile World Congress cierra con 88.500 visitantes.

El Mobile World Congress cierra con 88.500 visitantes.

Enrique Benítez

Enrique Benítez

La edición anual del Mobile World Congress de Barcelona ha sido testigo del poderoso desembarco de las grandes empresas chinas de comunicaciones, con Huawei a la cabeza. El gigante chino, además de sus conocidos móviles, está muy bien posicionado en el despliegue de redes 5G, uno de los temas estrella del congreso de Barcelona este año. La cuestión es que, en los países occidentales, existe una creciente desconfianza hacia la tecnología china, de la que se advierte sobre su posible trasvase de datos al gobierno de su país.

En España, el 38% de las infraestructuras de las redes 5G cuenta con algún tipo de componente de origen chino, según un informe del consultor John Strand. En Chipre el porcentaje es del 100%. Dinamarca, Suecia, Noruega y los países bálticos han hecho este despliegue sin tecnología china, mientras que Austria, Alemania y Holanda han sucumbido a Huawei, hasta ahora. La geopolítica va a dominar en pocos meses las decisiones de inversión en las modernas tecnologías que determinan nuestro futuro.

Estados Unidos incluso ha llegado a hablar de prohibir la presencia de Huawei en estas redes de comunicaciones. El Reino Unido planea deshacerse de todos los productos de Huawei antes de 2027. No es la única empresa china en el punto de mira. En el Reino Unido descubrieron en 2022 que la mayoría de sus cámaras de vigilancia pertenecen a CCTV, otra empresa china con sólidos lazos con su gobierno. Y en el Parlamento Europeo han dado instrucciones a su personal para que desinstalen la aplicación TikTok de sus teléfonos móviles. Puede tratarse de una jugada geoestratégica, en un momento de ambigüedad china con respecto a la gravosa guerra de Ucrania, pero también de un movimiento legítimo de defensa, dados los precedentes de colaboración incondicional entre estos gigantes chinos y el gobierno todopoderoso del PCCh.

Lo que cada vez parece más claro es que, después de unos años de globalización, de nuevo vuelven los bloques políticos y comerciales. Hay quien habla de desglobalización para definir este proceso de vuelta atrás, de políticas industriales que apoyan las fábricas locales. Grandes empresas europeas y norteamericanas -su patria es su cartera- se apuntaron al carro de la deslocalización y los beneficios y dividendos millonarios. ¡Tonto el último! Pero por fin alguien se ha dado cuenta de la importancia de la soberanía tecnológica y de las amenazas de ciertos productos para la democracia misma. Más vale tarde que nunca.