Tiene que llover

Sin cortarse lo más mínimo

Francisco Esquivel

Francisco Esquivel

Se ha desvelado la forma en la que el magnate de medios de comunicación Rupert Murdoch puso fin a su enlace con Jerry Hall, la exmodelo que tuvo cuatro hijos con Mick Jagger, coincidiendo con el arranque del juicio contra la Fox por dar en su parrilla a todas horas que a Trump le mangaron las elecciones. Las diligencias previas retratan las interioridades de la cadena y el modo artero de proceder del invento que es palabra de Dios para el contingente conservador estadounidense con 75 millones de abonados, que se dice pronto. El editor australiano ha utilizado en su defensa la tesis de que las afirmaciones descabelladas son igualmente noticia sin dejar de admitir que sus presentadores avalaban el bulo de las elecciones robadas. A estas alturas de la vida que pilota como le sale de ahí mismo a bordo de sus 92 tacos no pretenderá nadie que se corte un pelo. Es lo que ha venido a plasmar Vanity Fair con la publicación de los detalles acerca de cómo se produjo el punto y final del último embarque sentimental. El susodicho le mandó a su mujer un «e-mail» de once palabras pidiendo el divorcio. Si después de unos cuantos años de convivencia fue capaz de despedirla así cómo no lo hará con los empleados que quiera quitarse de encima. Aunque también es verdad que, en este aspecto, muchos avispados del sector no le van a la zaga.

   El texto elegido por el ínclito para anunciar sus intenciones fue el que sigue: «Jerry, lamentablemente he decidido ponerle fin a nuestra relación». Ella, que se encontraba esperándolo en una de las propiedades del Reino Unido, no dio crédito en principio al correo recibido. Conociéndolo como lo conoce pensaría que se trataba de una «fake». A diferencia de su caso, el jurado reunido en Delaware lo que deberá determinar no son las consecuencias de las mentiras sino si fueron difundidas con dolo, es decir a sabiendas. La perplejidad llevó a Jerry Hall a comentar al círculo íntimo su sorpresa porque «en estos años de matrimonio, Rupert y yo nunca nos peleamos». Pues vaya casamiento.