Al azar

Cómo llamar a la ultraderecha

Santiago Abascal.

Santiago Abascal.

Matías Vallés

Matías Vallés

El periodismo se ha contagiado del vicio político de postergar la resolución de los problemas hasta que el desastre es inevitable. Así ha ocurrido con la nomenclatura del cambio climático implícito en el desembarco de Vox en las instituciones. Se advirtió de la urgencia de un protocolo, para dirigirse al partido ahora democráticamente ennoblecido. Se necesita un consenso para llamar a la extrema derecha o ultraderecha en horario infantil.

Ante la tentación voluntarista de una etiqueta exculpatoria, cabe recordar que no basta con omitir la palabra «ultraderecha» para conjurar a Vox, aunque la neofascista Giorgia Meloni pasó a ser una primer ministro de centroderecha para los medios de su país, nada más traspasado el umbral del palacio Chigi. Los partidarios mayoritarios de suprimir la ultraderechización, deben recordar que los de Santiago Abascal han llegado hasta aquí precisamente porque se enorgullecen de ser ultras. Bien pensado, los medios conciliadores alegarán que al suavizar la denominación, se priva a los extremistas de su principal activo, el ultraísmo.

No deben despreciarse de antemano las definiciones creativamente despreocupadas: ultraderecha moderada, fascismo light, biopopulismo. También resulta aceptable «partido tardofranquista», acomodado en la nostalgia de no haber llegado a tiempo al esplendor del Generalitísimo. Tras esta disertación que enriquecerá los libros de estilo, solo falta resolver una última cuestión, aunque no menor. Qué ocurrirá cuando un desalmado de la izquierda residual insista en calificar a Vox de ultraderecha, con el solo objetivo de violentar la paz mediática. También aquí se dispone de una solución elegante, consistente en disimular el término afrentador como u***********, al igual que se acostumbra en inglés para soslayar el ofensivo f***. No se deben escatimar recursos, con el objetivo de tratar a Vox como si fuera otra cosa. Sin traumas, porque el consenso imperante lleva mucho tiempo ocultando la realidad, que camina por su lado, tan campante.

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