Contra el expansionismo catalanista

Miguel Ángel Robles

Miguel Ángel Robles

El nacionalismo es una ideología antidemocrática que fija los derechos de las personas no por el hecho de serlo (como hace la declaración universal) sino en función de determinadas características, siempre arbitrarias, que dividen a las personas en ciudadanos de primera o de segunda. Para un nacionalista lo importante es si has nacido en según qué sitio, si hablas la lengua de los elegidos, si sigues unas pautas folklórico-culturales muy concretas y, aunque ahora pocas veces lo dicen abiertamente por la experiencia de la IIG.M., si respondes a los cánones ideales de la raza. El nacionalista vive en una ensoñación ideal e idealizada y su objetivo es conseguir una sociedad uniforme. Son diseñadores de rebaños.

Quienes no entren en los cánones de pureza son señalados y, en el mejor de los casos, se les obliga a aceptar y plegarse a las normas de los auténticos o, si la cosa se exacerba, se les reprime o extermina. Del segundo caso tenemos recientes ejemplos en Europa(la guerra de Ucrania) y por todo el mundo como el de hutus y tutsis o los uigures en China. Inicialmente este movimiento, hijo del romanticismo, era claramente conservador y burgués, pero ha permeado todas las ideologías y ha calado con especial énfasis en la izquierda.

El nacionalismo siempre se siente apretado: o le falta sitio o le sobra gente. A veces se supera y le pasan las dos cosas, como a Hitler. Es un movimiento político que, especialmente en la actualidad, resulta difícil de detectar porque se mezcla con otras doctrinas como el fascismo (un socialismo nacional), el populismo o el comunismo. Siempre movimientos colectivistas y refractarios a la libertad. Puede ser entendido como “ideología, un movimiento, un sentimiento y como un proceso de construcción nacional” (Smith, 2000, pag.239). Si vamos al diccionario, “fervoroso sentimiento de pertenencia a una nación que aspira a su constitución como Estado.” ¿Les suena? Efectivamente, ERC, Junts, Bildu, PNV, BNG, Compromis y demás patulea tienen en común la misma excusa: la construcción nacional. Lógicamente se trata de una nación estrictamente reducida a sus mentes enfermas, basada en falsificaciones históricas y asentada en bases xenófobas y racistas, como se desprende de la definición del historiador marxista Hobsbawm: no son las naciones las que crean el nacionalismo, sino a la inversa, es el nacionalismo quien inventa la nación. «Un Fernández o un González jamás podrá llamarse vasco, así vea la luz primera en lo más escondido de los montes de Guipúzkoa» fray Evangelista de Íbero.

Estos movimientos que desprecian a VOX y PP diciendo que son lo mismo tienen una mochila considerable de prejuicios, violencia y discriminación. Sin embargo tanto el PSOE como PP siguen deslumbrados por su propaganda, cegados por su relato y encandilados por su supuesto antifranquismo/antifascismo, ajenos a la evidencia histórica y a los hechos, y califican al PNV de ¡progresista!, el más irredento, catolicón y clasista de nuestros partidos. Y así nos va. Podríamos llenar folios y folios con los disparates de sus dirigentes o con las violencias de sus políticas de inmersión lingüística pero le ahorro el viaje al lector, está en internet. Un ejemplo venial pero reciente y meditado: La alcaldesa de Vic, Anna Erra, pide a los “catalanes autóctonos” que no hablen castellano a quien “no parece catalán”. Por cierto, viéndola, pensé que su morfotipo catalán se parece bastante a las amigas de mi abuela en Zamora.

Decía que a los nacionalistas siempre les falta sitio o les sobra gente, y no me equivoco. En la Comunidad Valenciana no teníamos un problema de identidad, pero los vecinos del “procés” no se sienten cómodos en sus límites y llevan años hostigando, financiando y adoctrinando para extender su Lebensraum o espacio vital a unos ilusorios Països Catalans. Han conseguido imponer su lengua en Baleares y Valencia, lo están intentando en el este de Aragón o el sur de Francia y se desesperan ante el languidecer sardo en el Alguer. Si miramos al oeste veremos que en Euskadi pasa lo mismo con Navarra ( territorio histórico Euskadi y no Navarra, da risa). El nacionalismo es invasor de territorios, libertades y vidas. Es un sueño totalitario.

Señores gobernantes de la Comunidad Valenciana tienen la obligación de revertir el proceso de limitación de libertades y adoctrinamiento, y lo tienen que hacer porque es incompatible con la democracia, sin complejos ni compadreos. Que no vuelva a haber ningún niño en nuestra comunidad ni en España que no pueda estudiar en español; que ninguno sienta que su selectividad está en desventaja respecto de la del vecino por razones políticas; que nadie se quede sin trabajo estando capacitado por discriminación lingüística (fuera el requisito); que las calles y pueblos recuperen la doble toponimia; que nadie se avergüence de hablar su lengua y que se haga con orgullo, también, en la mayoritaria de los españoles. Arrinconemos con ideas, libertad y amplitud de miras a estos fósiles de la historia.