Crítica

Maestría absoluta

Antonio Rey es una de las figuras más representativas de la guitarra flamenca actual.

Antonio Rey es una de las figuras más representativas de la guitarra flamenca actual. / INFORMACIÓN

Marc Llorente

Marc Llorente

El quinto álbum en solitario del jerezano Antonio Rey, «Flamenco sin fronteras», obtuvo un Grammy Latino en 2020. La guitarra flamenca de hoy tiene en él a uno de sus mejores representantes, tras una amplia carrera como guitarrista de grandes figuras del cante y del baile. La evolución musical y su capacidad expresiva son fruto de la madurez y quedan al descubierto en esta actuación. El concertista jondo traspasa barreras, sin olvidar su raíz, en la buena compañía de la percusión de Ané Carrasco, la ocasional guitarra de Manuel y del dúo Makarines en los coros y las palmas. El compositor e intérprete desgranó temas de ese disco y de otros trabajos con sus frases y riqueza melódicas. Íntimo y rotundo con su maestría absoluta y diversidad de estilos. Cercano a un público entusiasta que escucho, entre otros temas, «Tangos de mi compadre», el bolero flamenco «Paseando» o la ternura de «Alma», que está dedicado a su hija. La guitarra solista lleva la marca de la casa Rey. Siente y transmite a la parroquia de los feligreses de este viejo arte andaluz que surgió de la mezcolanza cultural de Andalucía, en torno al siglo XVIII. Un carácter renovador y popular que expresa todos los estados anímicos. Y una limpia ejecución con todas sus variaciones e inevitables reincidencias. Un toque veloz en ocasiones. Formas sonoras con vibrante pulsación y arrebatos. Rey imprime mucha vida al instrumento de un modo total y con sus juegos malabares, y lleva los rasgos de la flamenquería a flor de piel. La afición le otorga cariño y se apasiona con los golpes de efecto. Esto se ha podido ver en el ADDA, en Fijazz. ¿Un «jazz» con influencia flamenca a nivel rítmico y expresivo, o un flamenco con influencia jazzística? Exactamente no. Pero recuérdese la simbiosis, la coincidencia en las bases socioculturales de las dos manifestaciones. Gitanos por un lado y negros por el otro en un género que nació a mediados del s. XIX en Estados Unidos. Esa fusión, por cierto, viene realizándose desde hace unos cuarenta años.