Opinions des d'Elx

Feijóo, un fracaso de victoria

Y mira que lo tenían fácil, después del 28 de mayo esto parecía que iba a ser un paseo militar.

Feijóo, en Santiago de Compostela el pasado martes

Feijóo, en Santiago de Compostela el pasado martes / ARXINA

Joan Antoni Oltra Soler

Joan Antoni Oltra Soler

Por algo se dice que no hay que vender la piel del oso antes de cazarlo. Las elecciones del pasado 23 de julio han dado la victoria al PP de Feijóo pero, probablemente, de nada le servirán. Ir de sobrado y con cierta prepotencia no siempre sale bien. En política, para evitar sorpresas, no conviene separar mucho los pies del suelo, pueden provocarse caídas.

Que el PP ha ganado las elecciones no tiene duda. Que ha sido insuficiente, todavía menos. Y que no les servirá para nada, el resultado más probable. Y mira que lo tenían fácil, después del 28 de mayo esto parecía que iba a ser un paseo militar. Y, mira por dónde, ese patriota ejemplar que es Santiago Abascal que, por cierto, cuando le tocó hacer la mili se la escaqueó para no ir, ha sido un elemento fundamental en el despertar ciudadano, ante la evidencia de lo que supondría un triunfo de las fuerzas de derecha en estos momentos.

El escaso tiempo transcurrido desde las anteriores elecciones, que supusieron todo un varapalo para las fuerzas progresistas, unido al hecho de comprobar lo que supondría que la coalición PP-VOX llegara al Gobierno ha servido, aún de forma insuficiente, para intuir lo que podría pasarle a España si ambos partidos llegaran al poder estatal. Las ansias de ocupar sillones, cargos, sueldos, etc. que han demostrado los de Vox (y eso que eran los que decían que venían a reducirlos), unido a la constatación de comprobar que los del PP, con tal de tener poder, no tenían líneas rojas, y ni siquiera rosáceas, para aliarse con la extrema derecha y llevar adelante políticas de desprecio hacia las mujeres, colectivos LGTBI, de memoria histórica, sindicatos, colectivos vecinales, etc. ha servido para despertar a unos votantes de izquierda que el pasado 28 de mayo cogió desilusionados, cuando no decepcionados por determinadas actuaciones, mal muy frecuente en las izquierdas.

Únase a ello el hecho de que el Sr. Feijóo ha ido de prepotente en toda la campaña. Conforme pasaban los días iba subiendo su apuesta. Le salió bien el debate con Sánchez (éste estuvo desconocido y casi noqueado) y, a partir de ahí, pensó que ya estaba todo hecho. Ya no sólo pensaba en gobernar con VOX sino que empezó a pensar que, tal vez, ni éstos le harían falta. Hablaba de llegar a los 150 diputados como un objetivo alcanzable y, en pleno éxtasis (ayudado por empresas demoscópicas y algunos medios) que podrían ser 160 o, incluso, llegó a insinuar con la mayoría absoluta él solito. Ya se sabe que soñar es gratis, aunque esto más parecía un delirio.

Feijóo recibe un abrazo el día de Galicia, en Santiago de Compostela, este pasado martes

Feijóo recibe un abrazo el día de Galicia, en Santiago de Compostela, este pasado martes / lavandeira

Conforme pasaban los días iba subiendo su apuesta. Le salió bien el debate con Sánchez (éste estuvo desconocido y casi noqueado) y, a partir de ahí, pensó que ya estaba todo hecho.

No le dio importancia a las primeras actuaciones de los gobiernos de PP-VOX en Ayuntamientos y CC.AA. Parecía entender que España asumiría volver a épocas pasadas, de oscurantismo, marginación y retroceso de forma natural y pasiva. Ha demostrado no conocer a la sociedad española. Por eso ha despreciado debates y ha aumentado su nivel de mentiras. Mentir mucho le salió bien al principio pero cuando se le descubrió, y fue pronto, su imagen quedó tocada y, especialmente, con colectivos como los pensionistas, a los que el PP, siendo él un alto dirigente de la época, maltrató tan duramente. Tomarle el pelo a gente mayor, con mentiras sobre revalorizaciones, es imperdonable. Todavía ha sacado demasiados diputados.

Que el resultado electoral es complicado es evidente. Pero, por encima de todo, está que se ha parado a la derecha y ultraderecha de llegar al poder. España los ha parado. Ese Gobierno que, según ellos, era la personificación de todos los males, los ciudadanos han decidido que, con todas las dificultades, tenga más posibilidades de repetir gobierno que estos salvadores de la patria de pacotilla.

Y habrá que negociar, como la democracia exige y todos tendrán que ceder. Como haría el PP si pudiera (o es que no lo ha hecho en otras ocasiones).

Que hablen todos (es lo que las urnas han decidido), y se acuerde lo mejor para seguir avanzando el país.