EL TELEADICTO

Regresión

Michelle Calvó, Ramón García y Cristinini, presentadores del ’Grand Prix.

Michelle Calvó, Ramón García y Cristinini, presentadores del ’Grand Prix.

Antonio Sempere

Antonio Sempere

Con los datos de espectadores en la mano, nadie podrá negar que nos encontramos en pleno proceso de regresión. Que el estreno de Gran Prix haya sido el más potente del año, ojo, del invierno y del verano, con un imponente 26 por ciento, da que pensar.

Otro tanto ocurre en el cine, donde Santiago Segura y Leo Harlem, solos o en compañía, llevan recaudado más que todo el cine español estrenado hasta la fecha. Por no hablar del estreno de Barbie, en este caso un fenómeno planetario, que sólo en su primera semana ha sido vista por cifras millonarias.

Pero siguiendo con la televisión me permitirán citar el caso de Culturas 2, emitido diariamente en la franja de las ocho de la tarde, que en la mayoría de sus ediciones no logró interesar al 1 por ciento. De hecho, en su última semana terminó por debajo de sus inicios, con un 0,6 por ciento. Otro ejemplo fue Un país para leerlo, recorrido por España a través de sus librerías y escritores cuyas 39 entregas no pasaron del 1 por ciento.

La regresión se manifiesta de muchas maneras. Sólo hay que advertir la decadencia en la que estamos sumidos. Palabras tan relevantes como libertad son polisémicas. Sirven para referirse a un concepto y a su contrario. Algo parecido le está ocurriendo a la cultura. Se habla en su nombre apelando a la más rancia incultura.

No quiero citar nombres para no herir sensibilidades, pero no está de más afinar el oído a quienes hablan desde los atriles para captar sus mensajes, ver cierto cine que se lanza bajo el pedigrí de «cultura europea», o zapear por determinadas televisiones para constatarlo. La regresión ha vuelto para quedarse.