Tiene que llover

Ir al centro en Alicante

Interminables atascos en las principales calles de Alicante

Interminables atascos en las principales calles de Alicante / Jose Navarro

Francisco Esquivel

Francisco Esquivel

Días atrás tuve que hacerlo. Normalmente se han de juntar un par de gestiones o tres mínimo para que me decida, pero en esta ocasión no quedaba más remedio. El móvil estaba en las últimas, cuestión de vida o muerte. Tan urgente era que, en lugar de pillar el TRAM en Lucentum, estuve en un tris de sacar el pañuelo por la ventanilla y decidí hacer la incursión en coche a fin de ganar tiempo. Mira que soy imbécil.

   La prolongación de Alfonso El Sabio mostró a las claras los síntomas iniciales del embudo, que continuaron con la advertencia en el panel de que los aparcamientos subterráneos andaban rebosantes es poco. Estupenda noticia. Opto por jugármela y cojo hacia la plaza de toros con la esperanza de tener suerte en el Adda. La tengo. Nada más dejarlo a pleno sol pienso en lo que me queda hasta la tienda de respiración asistida del chisme. Bordeo la fachada del recinto en busca de protección y alcanzo la avenida de Alcoy entre la arboleda que la engalana. Bajo su amparo la sensación de frescor no tiene precio. Debe hacer diez, doce grados menos que en la calzada. Me siento como el reportero que puede describir de primera mano lo que los especialistas no dejan de repetir. Ya saben, que el verde es vida.

   Afronto la operación retorno. La única obsesión es no caer en el enjambre céntrico, de modo que arranco en dirección opuesta y callejeo con idea de alcanzar la avenida de Jijona. Para acceder, habemus tapón. Resulta que solo hay un carril porque me topo con que en Maestro Alonso están arrancando los árboles. Han explicado el plan de sustitución, pero también contaron el de las melias ocultando el informe que advertía de la improbabilidad de que sobrevivieran al traslado. El móvil ha tenido más suerte y ha prestado su último servicio evitando in extremis que se pierdan los datos. Ante el recital de talas al que asiste, el vecindario siente sin embargo lo que siente. Para que los promotores del arboricidio se hagan una idea es como si Feijóo enciende la tele en el despacho y se ve a solas con Silvia Intxaurrondo.