Tribuna

Catarsis

Los cantores junto a la Mare de Déu durante la representación del Misteri de este pasado agosto

Los cantores junto a la Mare de Déu durante la representación del Misteri de este pasado agosto / ANTONIO AMOROS

Marcial Señarís

Marcial Señarís

Y llegó el diagnóstico. Entre otras cosas, a resultas del tratamiento, este año no pude participar en las representaciones del Misteri. Pasados unos días, reflexiono.

Decido, pues, asistir como espectador, (nunca, por haber intervenido desde niño, tuve el momento de poder disfrutarlo de este modo).

Las tristes melodías introductorias del órgano asentaban ya sus primeros compases, envolviendo todo el templo. Supe en el acto que aquella música atrapaba a los asistentes, entregados por completo a la música y al placer del espectáculo; al aroma de infinidad de sudores y perfumes y al calor próximo del compañero. Cuando en las pausas entre las piezas cantor y público quedaban inmóviles, salvo el aleteo pausado y rítmico de los abanicos que paliaban los sofocos del calor insoportable y la humedad implacable que cae sobre nosotros, se percibía el ansía de que recomenzara el canto de la María, a la que diminutas gotas de sudor en el labio superior denuncian la calima que esa criatura está padeciendo.

Derrame de hermosa emoción

Vista desde fuera, la Festa siempre ha sido un derrame de hermosa emoción. Por dentro, un disfrute de Fe. Sus pasajes van ofreciendo elevadas cotas de placer evasivo.

Las trabajadas voces de solistas y coros subliman nuestras frustraciones con modalidades bastante diversas de frenesí religioso y artístico. Desborda la simple representación el evento, la actuación de los cantores actores en el sentido del término. Proporcionando la poderosa reminiscencia de ese empuje vital tantas veces inactivo en nuestras vidas, asfixiados por la burocracia, las tristezas diversas, las frustraciones... Nos hace olvidar todas las servidumbres que sofocan nuestro aliento vital.

Vivir la Festa hace que si hasta ahora has sido inconmovible cerrado, tengas la capacidad de ver el mundo en varias dimensiones, no solamente «en plano» o en «blanco y negro».

Nadie intelectualmente lúcido puede abstraerse a tanta belleza, alejarse de maximalismos, de las líneas tajantemente establecidas. Sin impartir moralina, se puede encontrar en la Festa algo que no tiene que ver con la banalidad tan contaminada de ahora. Pero la Festa es un ejemplo moral y ético en el ámbito de la creencia. Algunos pretenden ridiculizar, esos de poca talla moral que al verse ante algo tan virtuoso y noble, tienden a ridiculizar para bajarlo a su altura.

CATARSIS

CATARSIS / MarcialSeñarís

El que asiste a tan magnífico espectáculo desde un solo punto de vista está excluyendo todo lo demás. La adhesión incondicional a la Festa explica el hecho de que nosotros, enredados en rutinas laborales y familiares de las más penosas, siempre queremos más emoción, más liberación, más... FE.

He escuchado tantas veces la María, el Ángel, Ternari, Araceli... Hemos recurrido a su magia tantos años y en momentos de astenia o de tristeza que cuando se nos ofrece la ocasión de esta catarsis auténtica sería un sacrilegio rechazarla.

El Misteri desde hace siglos es un mecanismo de relojería, la lección magistral de lo que debe ser un espectáculo, con sus defectos. Hay fases en las que no pocas veces te impregna la sensación de que asistes a un rito en el que la Liturgia domina al espíritu.

"He participado en muchísimas representaciones. En cada una de ellas se ofrece al espectador un baño de emociones sin casi pausa"

He participado en muchísimas representaciones. En cada una de ellas se ofrece al espectador un baño de emociones sin casi pausa. Una arremetida que se apodera del sentido todo sumergiendo cada una de las células en un júbilo indescriptible. La ignorancia de unos versos que algunos no comprenden por desconocer el idioma no importa en absoluto porque en el templo no procede el análisis semántico.

Llega el clímax de la coronación y todos alzamos los ojos a una visión sorprendente. Hasta ese momento el delirio es moderado. Emboscado entre el público disfruto, y añoro, de cuantos detalles pueden encajar en mi memoria. Aguantar la observación de los aparatos aéreos dura unos cuantos minutos, un largo instante.

Desciende la corona. El público estalla de emoción. Bocas abiertas, ojos que casi salen de sus cuencas. Lágrimas embolsadas en los lacrimales que pugnan por salir.

Sé lo que es el corazón cargado, bombeando, porque lo he vivido, arriba y abajo en ese ambiente asfixiante. Explota gran pasión en una escala superior a nuestra estatura, sin pequeñeces ni disimulo. Lo sublime, vamos.

"Disfrutar el Misteri constituye la experiencia más intensa a la que uno puede acceder en su limitada existencia"

Disfrutar el Misteri constituye la experiencia más intensa a la que uno puede acceder en su limitada existencia. Como espectador me pareció que el júbilo en mí se acompañaba de la sensación de fin de juego... De experimentar una grieta que hasta ahora me parecía inconcebible: mi figura ha empezado a asociarse ya a lo mortal, a lo efímero, a lo que un día se extinguirá. Es una perspectiva novedosa, pero aún en la esperanza de seguir asistiendo y participando, Dios mediante, en tan singular obra.

Mi mirada desciende renuente hacia mis manos en actitud oratoria. Para hacer, en fin, un sucinto resumen. La Festa es nuestra patria común. Debemos respetarla y mantenerla para no perderla.