Tribuna

5:43 café, croissant y a por el día

El comandante desde cabina anuncia que debido a la tormenta que ahora mismo descarga en el aeropuerto de Alicante no se va hacer el despegue hasta que las condiciones meteorológicas lo permitan.

Un pasajero en el aeropuerto

Un pasajero en el aeropuerto / PABLO MIRANZO

María Anton Roman

María Anton Roman

Vuelo VY9334 ALC-PMI, embarque puerta C36 6:10. Total normalidad. La cola de rigor. También aquí se sectoriza: Grupo 1, 2 y 3 (el mío) y los sin grupo, que también visten igual. Diplomáticamente, las personas que componemos este pasaje, en adelante "grupo nómada", vamos cediendo en los avances: control de tarjetas embarque, papel b/n, color, Wallet etc, igual para identificación: DNI, pasaporte, DNI-e. Todos los “nómada” superamos las primeras pruebas de esta yincana matutina dominguera a la que nadie se había inscrito. Hoy viajo por trabajo, ida y vuelta en el día. Un grupo de operadores de cámara futbolero están en lo mismo, pero la mayoría del resto vuelan en sus últimos días de vacaciones: mini-familias, abuelas y nietas que nunca han volado y lo eligieron allá por febrero como aventura final o única de este verano

- "Quería que mi madre y mi hija subieran en avión", me tertulia mi compañera de fila, "que en septiembre los vuelos son más baraticos", añade.

-"No ha llovido en todo el verano y tenía que ser hoy", otra expresión que se suma desde la fila de atrás.

El personal de abordo representa el ritual de emergencias, y la verdad que se agradece. No todas las compañias lo mantienen en cartelera.

Pasajeros en el aeropuerto

Pasajeros en el aeropuerto / AXEL ALVAREZ

La lluvia sobre la pista es casi caricia, pero después de escuchar unos: “grung grung grung” de los motores del aparato y tras 20 minutos en cabina sin encender si quiera el aire acondicionado, suena el “ding dong” de aviso a navegantes. El comandante desde cabina anuncia que debido a la tormenta que ahora mismo descarga en el aeropuerto de Alicante no se va hacer el despegue hasta que las condiciones meteorológicas lo permitan.

A modo de comentario y como gesto cercano al público anuncia que, por el contrario, en Palma está despejado con sol y se prevén hasta 29 grados. ¡Ovación en cabina! Transcurridos 25 minutos más, 7:35 aprox. de nuevo el “Ding” trae noticias. "Debido a una avería técnica vamos a retrasar el despegue hasta que lo tengamos solucionado". Al tiempo, mi vecina, para la que es su primera vez, suspira: Yo no entiendo de esto pero ya me parecía que la lluvia no sería porque se puede ir hasta con bicicleta". Sonrío tenuemente, pero la carcajada resuena en mi interior.

En el mismo “ding” también nos informan que aunque se solucione la avería tendremos que esperar hasta que regulen el tráfico aéreo que, en días como hoy (regreso de vacaciones) es intenso. Todo pinta que la niña de detrás hoy no se podrá dar un chapuzón. La azafata recorre el pasillo tímidamente y susurra a mi altura que hay novedades pero no son positivas: "El comándate les hablará", sonríe.

Al tiempo, mi vecina, para la que es su primera vez, suspira: Yo no entiendo de esto pero ya me parecía que la lluvia no sería porque se puede ir hasta con bicicleta".

"No hemos podido solucionar la avería mecánica y vamos a proceder al desembarque y regreso a la terminal de salida", dice. Mi vecina mastica chicle, por no hacerlo con el ambiente. Desfile serpenteante de “nómadas”. Alguien, no oficial, sugiere bus a Valencia y vuelo a Palma. 8:45 horas. Mi preocupación es no llegar a hora de poder coger el vuelo de vuelta. Un señor de Iberia nos tranquiliza sin propuesta y sin magnetofón, con lo cual varía la versión entre los primeros a los últimos corros.

"No hemos podido solucionar la avería mecánica y vamos a proceder al desembarque y regreso a la terminal de salida", dice. Mi vecina mastica chicle, por no hacerlo con el ambiente.

10:40 el grupo se levanta en bloque, menos mal que la opción bus-Valencia no ha progresado. Otra vez desfile serpenteante acompañado del segundo ritual del día de identificación. Aún así las sonrisas de los más pequeños ya asoma. Lo más repetido en el desfile “el día de la marmota”. De nuevo la bienvenida y mi compañera indica que podrían haber cogido uno de los que habían aparcados de la misma marca, Vueling, y no sirva mi mención de marca como reclamo. El personal de abordo reparte agua fresquita en unos vasitos. Son las 12:24 y parece que despegamos.

Mi vecina se apura con el agua mientras la azafata la aguarda y con una preciosa sonrisa y muy amablemente le dice: "Tranquila que no hay prisa".