La intermodal, mucho más que un desliz

Natxo Bellido Suay

Natxo Bellido Suay

Hace unos días, el Sr. Barcala, como alcalde de la ciudad, hacía un extenso repaso a la gestión de su gobierno municipal en sus primeros 100 días. Un relato excesivamente detallado, pero ya se sabe que cuando se tiene poco que decir se intenta camuflar diciendo muchas cosas. Mientras casi se enunciaba los tornillos que ha comprado la administración local en estos tres meses, se obviaba las claves de un verano marcado por la inexistente respuesta municipal a las consecuencias climatológicas de la crisis climática, el absoluto caos de unas obras que no transforman el espacio urbano y la deficiente calidad de los servicios públicos municipales prestados. Empezando, como no, por la limpieza, que ahora la Unión Europea nos va a auditar, gracias a la denuncia ciudadana de la CAL. Está claro que el Ayuntamiento hace muchas cosas, cada día, y Barcala nos lo recordó para disimular la falta de modelo de transformación urbana y la ausencia de proyecto de ciudad del PP.

Pero al final, lo interesante, la noticia, es lo que no tenía que haber dicho Barcala. Que había que “repensar la estación intermodal”. Poca broma. Y por mucho que luego el gabinete de prensa de Alcaldía lo tratara de esconder no nombrando el tema en la posterior nota de prensa, la noticia ya era la comidilla de los medios de comunicación y se convirtió en el tema del día. Y, seguramente, de las próximas semanas. Porque es muy grave.

Barcala tuvo un desliz, se hizo un lío y nos hizo un lío a todo el mundo. ¿A que se refería? ¿A la futura reforma intermodal de la estación de ADIF? ¿Qué hacemos y donde situamos la estación de autobuses?... porque era complicado pensar que se trataba de cargarse la inminente construcción de la nueva estación del TRAM, cuando está a punto de ser adjudicada la inversión más importante de la Generalitat Valenciana en la ciudad, -más de 100 millones de euros-, y que tiene prevista el inicio de obras antes de finalizar el año.

Mazón no ha empezado bien con su ciudad. No ha empezado bien, en general. La sensibilidad alicantina se nota con hechos y no por recuperar toda la alineación titular y suplente del zaplanismo. Nos quieren recortar la lengua, las inversiones y hasta los festivos.

Por eso, vamos a intentar aclarar lo que al PP le cuesta bastante explicar. De hecho, Mazón no ha dado la cara, ni ha explicado donde van a invertir el dinero que recortan a Alacant.

1-. Tirar por la borda el actual proyecto de la estación del TRAM, además de perder el dinero público ya gastado en el proyecto, supone la negativa del gobierno autonómico de PP-VOX a invertir más de 100 millones en Alacant. Una inversión fundamental para albergar un espacio intermodal en la ciudad, poder aumentar frecuencias en las actuales líneas y preparar la futura ampliación de la red del TRAM que necesita la ciudad y las conexiones con el hospital de Sant Joan o Mutxamel.

2-. ¿Cuál es la alternativa? No la han desvelado, pero nos tememos que pretenden recuperar un proyecto guardado en los cajones desde 2006 o 2007 (por algo sería), que cuesta menos de la mitad de dinero, absolutamente alejado del proyecto actual, también técnicamente muy complejo y que haría perder, de nuevo, años y años hasta que volviésemos a tener el consenso técnico y político entre las administraciones estatal (y llegar a consensos con ADIF no es nada fácil), autonómica y local. Un acuerdo que se ha gestado en la segunda legislatura del Botànic y del que ahora reniega el PP en un nuevo ejemplo de sectarismo partidista que daña los intereses estratégicos de la ciudad. Sectarismo y genuflexión ante un Mazón que, como acertadamente se señaló desde el grupo municipal de Compromís, tiene que cuadrar con recortes la bajada de impuestos a los que más tienen. Ya ha empezado en Alacant, con el apresurado consentimiento de Barcala que se limita a liquidar el tema diciendo, -bien él o miembros de su gobierno-, que “ha cambiado el color político de la Generalitat”, y se quedan tan panchos, o “si tenemos la estación de Luceros, igual no necesitamos más”, haciendo el ridículo por defender lo indefendible.

3-. Respecto a la estación de autobuses, que el PP no sabe que hacer con ella, debemos recordar que la intermodalidad, más allá de ser un espacio, es sencillamente hacer accesible la movilidad en transporte colectivo sin necesidad de usar el coche. Y eso es lo que debe primar a la hora de ver donde situamos la estación, bien sea conectada con lanzaderas o bien situando un espacio en la intermodal únicamente para dejar y recoger viajeros y que puedan subirse a un tren o a un tranvía. Valdría un apeadero en la estación intermodal, como tenemos ejemplos en muchas ciudades europeas.

4-. Por otra parte, resulta curioso que aquellos que se han negado a cumplir el PMUS en la Avenida Aguilera, que marca que deber ser una vía de único sentido, y que no toleraban poner carriles bus separados o carriles bici, mezclen churras con merinas para justificar la paralización del proyecto del TRAM, que nada tiene que ver con colapsar todavía más el centro, porque el coche sigue siendo el amo de la ciudad.

En fin, un desliz del alcalde nos alerta de la nueva tropelía con Alacant que está valorando el PP, y sobre la que espero que toda la ciudad salga en tromba porque, de momento, hay demasiado silencio. Desde Compromís vamos a exigir explicaciones y oponernos a que un ambicioso y necesario proyecto, que mejorará sensiblemente la movilidad sostenible, se abandone por sectarismo político y para recortar inversiones en la ciudad.