Antes de que no quede nada

El momento en el que Baldoví se encara con Ana Vega.

El momento en el que Baldoví se encara con Ana Vega. / JOSÉ CUELLAR / CORTS VALENCIANES

Miguel Ángel Robles

Miguel Ángel Robles

Cuando vi que la ex -delegada del Consell en Alicante, Antonia Moreno, publicaba un artículo de opinión (Hasta que no quede nada) lo abrí con la esperanza de que el mismo fuese una condena sin paliativos al comportamiento indignamente agresivo y macarra del señor Baldoví. Esperaba que le reprochase su violencia gestual, su desafío tabernario, la falta de respeto a la institución y la evidente violencia machista con la que pretendía intimidar a la diputada de Vox. No fue así.

Antonia Moreno no iba por esos derroteros, no, en el feminismo de checa que sufrimos hay mujeres de primera y mujeres de segunda, como pasa con los ciudadanos en las comunidades con más de una lengua oficial, y las diputadas de VOX o no son mujeres o no lo son como manda el catecismo progresista, del mismo modo que los que sólo hablamos español no somos del todo valencianos porque la lengua forja la identidad, según los departamentos palafreneros de la universidad en favor del lebensraum catalán. Por no decir mamporreros.

Antonia Moreno, en cambio, cargaba contra el presidente Mazón por su ya evidente hoja de ruta dirigida a destruir la Comunidad Valenciana y en particular a la devastación de la Vega Baja.

Como no es mi misión defender al presidente, y mis artículos lo demuestran, me centraré en algunos argumentos que inciden directamente sobre la lucha que llevamos contra la inmersión en catalán que la izquierda ha impuesto con Ximo Puig a la cabeza. Dice que desde el gobierno se azuza la cizaña del plurilingüismo, problema que, recalca, hace años que no existe. ¿No, Antonia, no existe? Si no recuerdo mal tú eres de Orihuela y, precisamente, con motivo de la puesta en marcha de la ley de plurilingüismo esta se llenó con más de 20.000 manifestantes, vecinos tuyos, de toda la Vega Baja para decir que no la querían.

Afirma que menos del 10% piden la exención, pero no que cuando era libre y automática la solicitaba la mayoría, que eso creó un problema de orden y gestión en los institutos y que como solución se empezó a obligar a permanecer en el aula a los alumnos exentos. Si se hubiese hecho lo mismo con los exentos de religión para que, por lo menos, tengan la oportunidad de oír la palabra de Dios, como así nos dicen del valenciano, habría sido memorable la reacción de esta izquierda cómplice de los separatistas.

Tampoco dice nada de la campaña de concienciación que se hace con los padres para que no la soliciten; ni del chantaje que supone tener que contar con el requisito de valenciano para poder trabajar en la administración (que desde la Plataforma de Docentes por la Libertad Lingüística proponemos eliminar).

También calla, aunque lo sabe, que una gran porción de estudiantes (83%) al llegar a bachiller se quitan el valenciano para no ir en desventaja con los de predominio valenciano; la libertad es lo que tiene, que no siempre se ajusta a los dogmas. Se queda para si que, con la Orden 4/2021 de la Consellería de Innovación y Universidades, obligan a los estudiantes a examinarse de valenciano en la PAU, aunque no lo hayan visto en toda su vida escolar, ¡y luego se extraña del bajo porcentaje de exenciones! Abocan deliberadamente al fracaso a los alumnos que quieran estudiar en su lengua propia…si esta es el español.

Señor Presidente de la Comunidad Valenciana, el marco jurídico es bien claro: el único idioma obligatorio es el español o castellano; el valenciano es un derecho que como tal puede o no ejercerse; es anticonstitucional fijarse como objetivo que “todos” los valencianos aprendamos la lengua local, a algunos simplemente no nos da la gana, pero nos parece bien que se pueda estudiar el valenciano y en valenciano. Libertad, simplemente, queremos poder elegir.

Señor Presidente, actúe rápido conforme al marco constitucional, no permita que siga habiendo ciudadanos de primera y de segunda, como no podemos admitir que haya mujeres de primera y escoria. Antes de que no quede nada por lo que luchar, actúe con firmeza en favor de la libertad y los derechos cívicos, que las lenguas, ninguna, los tienen.

Pd. Sólo las lengüitas de boina y campanario forjan identidades, los grandes idiomas de comunicación no. Hablar español no te confiere identidad alguna, afortunadamente, pero es un instrumento potentísimo para comunicar con medio mundo.