Horror se escribe con hache de Hamás

La carnicería perpetrada en los kibutz no admite peros, excusas ni justificaciones

Cientos de partidarios de Hezbolá respaldan en las calles de Líbano la operación de Hamás en Gaza contra Israel

Agencia ATLAS / Foto: EFE

Bárbara Palmero

Wendell Berry es granjero, autor de poesía, narrativa y ensayo, y un firme defensor de la agricultura ecológica y la sencillez de la vida dentro de las comunidades agrícolas. Una existencia basada en el apoyo mutuo y el buen vivir. Cualquiera de sus libros es de una belleza y una sensatez altamente recomendable.

Soy también una firme defensora de la frugalidad del mundo rural, y del kibutz como modo de vida. Los kibutz surgen a partir de 1909, mucho antes de la creación del estado de Israel. Cuando judíos socialistas, que huían de los pogromos, deciden emigrar a la Palestina, otomana primero y bajo control inglés después, y comprando sus tierras a la población nativa, se instalan allí para arar el desierto y ponerlo a producir. Muy diferente de los asentamientos ilegales que colonos israelíes establecen arrebatando por la fuerza sus tierras a los palestinos. Aquellos kibutz de antaño, comunidades agrícolas de economía socialista, se han reconvertido ahora en urbanizaciones, alojamientos turísticos o granjas escuela, todos ellos de economía capitalista. Varios de esos kibutz, habitados por clase trabajadora, han sido brutalmente atacados por los terroristas de Hamás. No en defensa de una Palestina libre, sino al grito de Allahu Akhbar. La misma bestial vesania que demuestra el terrorismo de Estado Islámico.

Pero es que Hamás es un grupo terrorista, no son la resistencia palestina. Son unos salvajes perpetradores de carnicerías en nombre de su visión enfermiza del islam. Como lo son los talibanes o Al Qaeda, Boko Haram, Yihad Islámica, Hizbulah y Al-Shabah entre muchos otros. Nada que ver con la organización político militar, Fatah, enclavada dentro de la Organización para la Liberación de Palestina, y miembro de la Internacional Socialista. Tampoco con el Frente Popular para la Liberación de Palestina, organización revolucionaria de carácter marxista-leninista.

De hecho, los escasos militantes de ambos grupos son tan sufridores de las barbaridades islamistas, como el resto de la población civil palestina. Tortura, cárcel o asesinato para todo aquel que se oponga a los designios de su barbárica visión de Allah, el Clemente y el Misericordioso.

Por eso no comparto la visión cegata y torcida de algunos. Que se explica porque nadie lee ya al Che Guevara, quien, en su libro “Guerra de Guerrillas” establece la diferencia entre terrorismo y lucha guerrillera. Hamás es terrorismo, porque las acciones terroristas tienen como objetivo abatir civiles. Mientras que un ejército guerrillero de liberación nacional se enfrenta a un ejército convencional mediante tácticas y operaciones militares, procurando no causar daños colaterales. Tampoco entiendo la doble moral. En la franja de Gaza no viven sólo terroristas y quienes les apoyan. Sobreviven malviviendo en condiciones infrahumanas y de pura miseria, aunque por lo que se ve existe un demostrado superávit de drones, cohetes Qassam3 y rifles de asalto, civiles que viven atemorizados, y que votan a Hamás porque no les queda otra. Igual que millones de españoles que odiaban a Franco, pero le votaban por miedo.

Si los terroristas de Hamás han sido capaces de ahorcar en plaza pública a la vanguardia laica de la revolución palestina, qué no van a ser capaces de hacer con esa humilde clase trabajadora, que lo único que persigue es sacar adelante a la familia con el sudor de su frente. Lo mismo sucede en Israel, con su modo de entender el mundo al estilo occidental y el gobierno más radical e incompetente de la historia. En la tierra de Israel conviven árabes, beduinos, judíos nativos y emigrados, pacifistas, refuseniks o jóvenes que se niegan a hacer el servicio militar obligatorio en protesta por la ocupación ilegal de suelo palestino, colonos de extrema derecha, y un casi infinito etcétera. Y no todos ellos comulgan con las nefastas políticas de su Gobierno.

Nadie lee ya al Che Guevara, quien, en su libro Guerra de Guerrillas establece la diferencia entre terrorismo y lucha revolucionaria, Hamás no es resistencia palestina, es terrorismo

En Israel, como en Gaza, los civiles no tienen culpa de las malas decisiones de sus líderes. Por lo que escuchar los peros, excusas y justificaciones bastardas de algunos, amparándose en la contextualización del conflicto, me retrotrae a las insensateces que se escucharon después del 11S. Y que se resumen en: algo haría.

Israel soporta el atentado terrorista más brutal de su historia. Algo haría. Estados Unidos sufrió el mayor ataque terrorista en suelo propio. Algo haría. También funcionó en España. Después del 11M, algunos iluminados justificaron que algo habríamos hecho para merecerlo. Y ese algo fue que Aznar nos metió en la guerra de Irak. Esta abominable estrategia de intentar racionalizar la mente de sociópatas no conoce límites. Por eso, cada vez que un lobo solitario ha atentado en suelo europeo, segando vidas inocentes, se le intenta exculpar con una repugnante condescendencia y un paternalismo vomitivo.

Je suis Charlie. Recuerdo cuando nos solidarizamos con la revista satírica francesa Charlie Hebdo, que sufrió un ataque terrorista en sus oficinas tras publicar unas caricaturas del profeta Mahoma. Aquella ola de empatía duró lo que la alegría en casa del pobre, poco. Enseguida algunos cráneos privilegiados justificaron que la culpa no era de los locos de la Sharía, sino de que en el país galo fallaba la integración de la inmigración masiva. Los terroristas no son malos, sólo unos pobriños inadaptados.

Soy una mera obrera del campo por cuenta propia, que sabe distinguir la hoz del martillo y al mastín del carnero padre. No soy una intelectual, ni falta que me hace. Pero al menos yo sí sé diferenciar a la perfección la barbarie terrorista inherente a la yihad contra los infieles de la legítima defensa propia. Mi posicionamiento, y mis oraciones, están con los pueblos palestino e israelí. Confío en que el Dios de Abraham ponga paz en esta nueva guerra entre dos de sus tres hijos. Porque si tenemos que esperar a que los políticos encuentren una solución, acabaremos todos en la III Guerra Mundial.    

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