Tiene que llover

La cirugía necesaria

Dos cirujanos en un quirófano.

Dos cirujanos en un quirófano.

Francisco Esquivel

Francisco Esquivel

Acabo de hacerlo por primera vez. Entrar en el quirófano, claro. Usted no tiene por qué saberlo, pero el hipocondríaco de Woody parecería a mi lado Indiana Jones. Y, sin embargo, no sé cómo se las han apañado estos fenómenos que segundos antes de pasar a la acción, con todo el instrumental desenfundado, estuve hablando con el cirujano y previamente anduve un ratito con los ojos de par en par. Posiblemente por si ya no volvía a abrirlos.

   Ante mí tengo el decálogo de instrucciones que llevar a cabo en el que implícitamente figura no seguir el inminente round sobre la ley de amnistía siendo el primero hasta que la norma quede aprobada de forma definitiva en el Congreso cuando entre la primavera si es que entra. Dolorido que estoy y con sus señorías entre estacazos vienen y estacazos van no es lo más recomendable para limpiar y secar heridas. Ni que decir tiene que si antes me afectaba, por razones obvias ahora me sacude una barbaridad cuando avisto cómo en diferentes parlamentos periféricos se interpela a los responsables por el deterioro al que es arrastrado el sistema sanitario. He tenido citas en el centro de salud y en todas las plantas del hospital. Por una vez sé de lo que hablo. Si estas mismas goteras me pillan residiendo en Connecticut hace tiempo que habría alcanzado en el mejor de los casos el séptimo cielo. En aquella gran potencia solo tienen garantizado llegar a centenarios figuras insignes como Henry Kissinger, tan diplomáticamente malvado el hombre. Y aquí, que da gusto ver cómo se atiende a gente de toda clase y condición con posibles y sin ellos, vamos y nos ponemos flamencos. Hay más de los beneficiados que no merecen amnistía.

   El caso es que cuando amanecí con la vía de suero y de calmante era 6. Pensé: siendo esta fecha la judicatura no declarará la operación inconstitucional. Cualquiera sabe. Me provocaba temor la anestesia general y pavor que no me la pusieran. Por eso es de admirar lo del Consejo General del Poder Judicial. Pese a la de pinchazos recibidos actúa tan girocho.