El teleadicto

La España real

Carlos Sobera y Miguel en First dates.

Carlos Sobera y Miguel en First dates. / MEDIASET

Antonio Sempere

Antonio Sempere

El programa diario First Dates nació hace diez años con la intención de posicionar a Cuatro, el segundo canal de Mediaset, en un puesto preferente en el mando a distancia. Algo que no había conseguido bajo el mandato de Prisa (prestigio y notoriedad no son lo mismo que audiencia, y ni el glamour de Channel 4, con Boris Izaguirre y Ana Siñeriz, ni las noticias de Iñaki Gabilondo lograban cifras competitivas contra las cadenas convencionales).

Lo que son las cosas. Un dating show (así se denomina el género) como First dates, presentado por Carlos Sobera, logró en poco tiempo consolidarse con el valor más sólido de la cadena, alcanzando el millón de espectadores diarios sin despeinarse. Un millón de seguidores que ni siquiera baja en verano, cuando se suceden las redifusiones que fidelizan a la audiencia a la hora de la cena, en una época del año en la que la oferta televisiva de la competencia hace aguas.

Lo mejor de First dates (salvo que se trate de ediciones especiales carnavaleras y frikis) es que día a día, cita tras cita, viene mostrando desde hace una década cómo son los españoles y las españolas de la España real. Huyendo del clásico centralismo madrileño y llevando hasta su restaurante imaginario a comensales de todas las comunidades autonómicas que hablan en todos los acentos, como también a todos los que vinieron de otros países y viven integrados como los primeros en cualquier de nuestras ciudades.

En First dates se esquiva hablar de política y actualidad, pero no hace falta ser muy perspicaz para adivinar en su enorme fresco de invitados un retrato colectivo de un sector muy representativo de esta España nuestra.