¡Dos meses!

Uno de los rótulos de Cachitos Nochevieja.

Uno de los rótulos de Cachitos Nochevieja. / RTVE

Antonio Sempere

Antonio Sempere

Leo en la prensa autorizada que en el especial de Nochevieja de Cachitos que se emite después de las Campanadas (esas tres horas con fragmentos de canciones ilustradas por rótulos cargados de ironía) sus guionistas Pablo González Bautista y Antonio Vicente invierten dos meses de trabajo. Esto es, que si esta pareja de profesionales tuviese que realizar un nuevo rollo de Cachitos (que así es como se denomina en la jerga televisiva) de idéntica duración pasados los Reyes, iniciando su trabajo el próximo martes 9 de enero lo terminarían el sábado 9 de marzo, coincidiendo con el día de la clausura de la 27 edición del Festival de Cine de Málaga (perdonen, pero tengo metida en mi cabeza toda la agenda a golpe de eventos similares).

No digo que el churro de Cachitos sea fácil de hacer. Pero estamos hablando de quienes se encargan de llevarlo a cabo, tanto Pablo como Antonio, tienen callo después de tantos años dando vueltas al material. Acumular 180 minutos de material en el transcurso de 9 semanas, esto es, de 45 días laborables, sale a producir 4 minutos de Cachitos diarios. Algo que para un profano en la materia puede ser un mundo, no así para un especialista en la cuestión. No quisiera aparentar un desconocimiento profundo del medio ni menospreciar la labor de estos cachiteros. Pero en nombre de quienes sentimos gozo al bucear en el archivo televisivo, puedo asegurar que su ejercicio crea adicción; que una vez se empieza, cuesta acabar. Por tanto, estimo que sería mucho más rentable una semana loca de inspiración (teletrabajando a cuatro manos las ideas fluyen más rápido) que ralentizando el proceso hasta las nueve semanas: una vez ambientados y entonados, los Cachitos salen por inercia, del tirón.