Esto no es un cuaderno

Cruz, raya y puntos suspensivos

Las obras en el Passeig de Germanies, en una imagen de hace unos días.

Las obras en el Passeig de Germanies, en una imagen de hace unos días. / GasparMacià

Gaspar Macià

Gaspar Macià

«Es imposible que algo llegue a ser lo que de ninguna manera es»

Empédocles (s. V a. C.), filósofo griego.

Dejamos atrás (con mucho dolor de corazón y vesícula) los refulgentes fastos navideños y nos sumergimos de lleno en el ritual vírico de cada comienzo de año, la saturación de los centros salud y hospitales con todo tipo de afecciones de las vías respiratorias superiores y medias, las habituales quejas de falta de personal sanitario y la conspicua recomendación de las autoridades de que lo mejor es no coger la gripe o, en todo caso, porfiar para que se quede solo en un modesto resfriado. Y para reforzar ese regreso al futuro pasado, volvemos a echar mano de las mascarillas, por lo que pueda pasar. Vamos, por lo que está pasando. Pese a tales circunstancias, feliz 2024, año bisiesto por cierto, con todo lo que ello acarrea, especialmente para los nacidos un 29 de febrero.

Feliz no, felicísimo ha vivido las entrañables fechas navideñas nuestro alcalde, Pablo Ruz Villanueva, probablemente la persona más dichosa en Elche y varios pueblos a la redonda tras el éxito sin parangón de su apabullante parafernalia navideña, que no ha dado un momento de respiro a la ciudadanía en general y a los pater/mater familias en particular. Además de atraer con su refulgencia visible a decenas de kilómetros de distancia, cual renovada estrella de Belén, a numerosos visitantes de otros lares (calculan más de 425.000 personas, entre locales y foráneas, con un margen de error de +/-3,3333%). Todo ello se ha traducido, detalla ufana la primera autoridad, en que ha habido más ocupación hotelera, más turistas y más beneficio para la economía local que nunca antes en la historia conocida. En concreto, asevera Ruz que el comercio ha ingresado 1,5 millones de euros en estas fechas, según se desprende de complejas operaciones algebraicas (con raíces cuadradas incluidas) realizadas con la calculadora científica del superconcejal estratégico Francisco Soler, con algún apoyo de Chat GPT.

El éxito del sinfín de actividades navideñas ha sido de tal envergadura que, al parecer, ha desbordado la capacidad organizativa del personal municipal (incluidos concejales, jefes de negociado, mandos intermedios, funcionarios rasos y asesores), lo que ha llevado al alcalde a plantearse crear la figura del coordinador de eventos, probablemente un cargo de la Policía Local, por aquello de que la autoridad siempre impone. Que sea rápido, porque el calendario de festejos no da tregua: llega San Antón, el carnaval está a la vuelta de la esquina, igual que San Agatángelo y el Mig Any, y no digamos nada de la Semana Santa, donde Ruz sin duda echará el resto, conociendo su querencia por las celebraciones pasionales y pascuales. Adelante sin desfallecer ni flaquear.

La euforia festiva que el alcalde pensaba mantener por lo menos hasta San Antón se ha visto, empero, aminorada (incluso para un espíritu tan positivista como el suyo), por la misiva del Defensor del Pueblo en la que le insta/requiere/exhorta a que retire la cruz de los caídos del Passeig de Germanies. Sostiene que tan alto organismo del Estado que de símbolo de concordia, nada de nada; es un monumento franquista a la mayor gloria del bando vencedor de la guerra civil, que supone un flagrante incumplimiento de la Ley de Memoria Democrática y otras disposiciones y normativas adyacentes.

Sin embargo, y con el debido respeto institucional, Ruz dice que no piensa responderle y proclama (aunque sin subirse de momento a lo alto del monumento ni encadenarse a un ficus cercano) que será sobre su cadáver (metafóricamente, se entiende). «Y sobre el mío también», agrega su lugarteniente municipal, José Navarro. Sostiene el alcalde popular que el del Defensor es un informe sesgado, supuesto que el titular de la institución, Ángel Gabilondo, no solo es socialista sino encima vasco y de la Real Sociedad (más sospechoso aún).

La cruz, afirma Ruz con toda la contundencia de la que es capaz, se queda donde está y a tal fin ha instado/requerido/exhortado a los técnicos municipales a que elaboren un nuevo informe, que le da la vuelta a otro anterior elaborado durante el gobierno PSOE-Compromís en sentido contrario. Donde se dijo hay que quitar la cruz por ser un símbolo de la dictadura e incumplir la ley, ahora se dice que hay que preservarla por sus valores históricos, patrimoniales, sociales, didácticos, etc. (aunque, sorpresivamente, no se ha incluido el ornitológico, ninguneando a las numerosas palomas, gorriones y gafarrons, entre otras especies, que se posan diariamente en ella). En consecuencia, el informe jurídico respalda la postura del bipartito PP-Vox y admite el símbolo franquista como monumento de compañía (y reconciliación, además). El gobierno local se ha puesto manos a la obra para que, después de 80 años sin que nadie reparara en sus virtudes patrimoniales, la cruz sea protegida como BIC, BRL o, en todo caso, MFRDTV (Monumento Franquista Resignificado como Demócrata de Toda la Vida).

Es posible o probable incluso que este asunto acabe en los tribunales y no hay que perder de vista la reciente sentencia del Tribunal Supremo respaldando (tras fallos en el mismo sentido de un juzgado de Elche y del TSJCV) la retirada de la polémica cruz de Callosa de Segura. Aprecia el TS que no era un elemento neutral, sino que suponía, como otros símbolos de esta factura, una exaltación del bando vencedor y de la represión de la dictadura. Sin embargo, Navarro y el técnico municipal informante advierten de que también hay jurisprudencia en sentido contrario, por lo que hasta nueva orden, empate. En cualquier caso, no es precisamente si se quita la cruz o no lo que más preocupa y ocupa en estos momentos a los vecinos del lugar, sino la exasperante lentitud (cuando no paralización) con que avanzan las obras del paseo, ante la desesperación general: ocho meses hay de plazo y ya vamos por la mitad.

La cuestión es que es el segundo rapapolvo en poco más de un mes del Defensor del Pueblo al bipartito ilicitano de derechas, después de mostrar el alto comisionado su preocupación por la laxa (por decirlo eufemísticamente) aplicación en la ciudad de la legislación sobre zonas de bajas emisiones (ZBE). Y por añadidura, el Síndic de Greuges valenciano conmina al bipartito gobernante a no seguir denigrando a la oposición en sus notas y comunicados. Requerimiento que, por cierto, ya se produjo en el anterior mandato con los papeles cambiados (el tirón de orejas por el mismo motivo fue para el bipartito de izquierdas). Y es que la vida es una tómbola y siempre toca, cuando no un pito, una pelota. Y en política, ni te digo.

Por si fueran poco estos bajones post-navideños para el gobierno local, la compromisaria Esther Díez anuncia que la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo ha admitido a trámite la queja de este grupo por la polémica supresión de dos tramos de carril-bici en la ciudad nada más acceder al poder PP y Vox. Y que se va a investigar el asunto detenidamente. Huy, huy, huy…

En cualquier caso, fiel a la máxima de Walt Disney de que si puedes soñarlo, puedes hacerlo, Ruz desgrana sus múltiples proyectos, anhelos y aspiraciones para este año con la misma ilusión del niño que lleva su carta a los Reyes Magos. E idéntica (si no más) determinación que hace seis meses, ahora ya con sus primeros presupuestos en marcha, que van a definir realmente la capacidad de gestión y ejecutiva de su equipo. La lista es larga y en muchos casos conocida de años anteriores. De entrada, con que solucione el asunto de la fachada voladiza de Riegos El Progreso buena parte de la ciudadanía ilicitana se sentiría ya profundamente complacida. Ánimo.