Hola, soy Dios

Enconamiento

El muñeco que representaba a Pedro Sánchez es izado entre los manifestantes en la calle Ferraz el 31 de diciembre.

El muñeco que representaba a Pedro Sánchez es izado entre los manifestantes en la calle Ferraz el 31 de diciembre. / EP

Juan Carlos Padilla Estrada

Juan Carlos Padilla Estrada

Qué está pasando en España, JC? Leo la prensa y no comprendo nada.

- Pues sí, Pa. La situación política es compleja. Verás: estamos asistiendo cada día a episodios de intensidad creciente de lo que algunos han llamado polarización, otros envilecimiento y algunos otros, sencillamente, odio. El que sea o no delito es lo de menos, se trata de algo más grave: colocar al adversario político como alguien inaceptable, insoportable. Lo han hecho los individuos que apalearon a un muñeco, representando a Pedro Sánchez. Lo han hecho anteriormente sujetos que quemaban fotografías del Rey, que humillaban representaciones de Rajoy, Abascal o Ayuso. Y lo hace continuamente el Presidente del Gobierno, situando en el pódium de la intolerancia a los señores Abascal y Feijóo, sin hacer distinciones entre ellos, únicamente intentando dirigir hacia ellos el origen de esta situación que se está volviendo insostenible.

La Historia de España, larga y rica episodios luctuosos, debería enseñar a los españoles que este camino es el que conduce a las grandes desgracias.

- Eso es muy cierto, JC. Recuerdo perfectamente los meses previos al verano del 36…

- Pues parece que ahora se están cumpliendo todas las condiciones que abocan a la catástrofe social: el país está dividido en dos bandos, claramente antagónicos y cada uno de ellos identifica al otro como tóxico y culpable de la situación. Y el ambiente empeora progresivamente con la respuesta que da un bando a otro, en una espiral del resultado imprevisible.

- ¿Hablamos solo de crispación o crees que las cosas pueden pasar a mayores?

- Te respondo con un ejemplo, Pa: hasta en la emergencia sanitaria de las viriasis respiratorias se han soslayado los criterios científicos a favor de los antagonismos políticos. Y cada votación en el Congreso se convierte en un mercadeo indecente en el que unos van de salvadores del país y el progreso y los otros de reserva espiritual de las esencias de la Patria.

- Comprendo… Pero, ¿cómo parar esto?

- A mi modo de ver solo existe una solución a corto plazo: los «buenos» hacen examen de conciencia y propósito de enmienda, desandan parte del camino recorrido, se dan un abrazo y reemprenden la senda del bien común, aquella que beneficia a la inmensa mayoría de los españoles.

Para ello, en primer lugar, el partido socialista debe desligarse de los partidos nacionalistas y del impresentable Bildu, así como de las personas de Sumar, su auténtico enemigo en casa. El PP, a su vez, debe marcar distancia con los señores de Vox, recentrándose, en una operación en la que se inyecte dosis de moderación y practicidad a sus políticas. Los primeros deben entender que su objetivo no es derribar a Feijoó y éste debe renunciar a derogar el sanchismo. Ambos deberían desprenderse de esa pátina extremista que se les ha ido adhiriendo con los años y redirigirse hacia un centro político que es donde se encuentra la mayoría de los españoles. Manteniendo como guía la Constitución del 78 -susceptible desde luego de modificaciones importantes, en cuanto a sistema electoral, estructura de Estado, control por el Estado central de educación y algunas otras competencias- los dos grandes partidos que representan más del 70 % del electorado, podrían llegar a acuerdos al estilo europeo, sobre todas las cuestiones fundamentales de la vida de los españoles, despreciando la aportación de los independentistas y los herederos de ETA, así como de los añorantes de Stalin.

- En ese ámbito serían posibles gobiernos de coalición e incluso la turnicidad: dos años gobierna uno y dos años el otro partido. Todo con unos límites razonables pactados, muy alejados de esta subasta continua en que se ha convertido el gobierno de España.

- Me parece que esta es la única manera de cortar un espiral de enconamiento social que la historia de España sitúa en la antesala de muy graves conflictos.

- Amén, JC, amén.