Despoblación y educación

Antonio Alaminos López

Acabamos de celebrar a San Francisco de Sales, patrón de los periodistas, así que, muchas felicidades. La UNESCO ha declarado esa misma fecha como “día internacional de la educación” y, en este 2024, el lema es “la educación un instrumento para la paz”, tan necesaria siempre. Además, se lanzó un llamamiento para controlar adecuadamente la inteligencia artificial-IA porque puede llegar a distorsionar la realidad. Todo esto ha pillado a la ciudadanía pensando en las próximas convocatorias electorales, al parlamento gallego en febrero y al parlamento europeo en mayo, y en los abundantes e importantes temas que tensionan la vida política de nuestro país. Como cuando nos proponen soluciones al abandono de muchas zonas interiores de las comunidades autónomas y su despoblación, en general por falta de oportunidades debidas a la escasez de recursos. Las personas que las habitan, que es una parte importante de la población, sufren serias carencias en términos de oportunidades.

En la raíz de estas brechas está el hecho de que resulta demasiado caro ofrecer a estas localidades la misma dotación de recursos que a otras zonas del país. Sabemos bien que quienes se quedan son, sobre todo, las personas mayores y las que tienen más dificultades para encontrar alternativas. En consecuencia, la necesidad del estado del bienestar crece en estos territorios, mientras que los recursos para responder disminuyen.

Y eso que, en estos lugares interiores es donde se encuentra una parte sustancial del patrimonio natural y tienen, por tanto, una gran importancia en términos medioambientales. La despoblación progresiva hace más difícil el cuidado de la tierra, que siempre han hecho los habitantes de estas zonas, y los territorios abandonados se vuelven más frágiles. Escuchar el grito de la tierra significa escuchar el grito de los más necesitados, y viceversa. Y en ese clamor hay una cultura de la despoblación que viene de los pocos nacimientos de niños y niñas. Europa... necesita jóvenes. Basta pensar que España tiene una media de edad que se acerca a los 45 años. Hay que acudir con más soluciones al problema de la baja natalidad, aumentar las ayudas a las familias, tomarlo como una prioridad, buenos ejemplos no faltan, porque ahí se juega el futuro, para sobrevivir y salir adelante.