EL TELEADICTO

Évole, el marajá

Jordi Évole, en 'No me llame Ternera'.

Jordi Évole, en 'No me llame Ternera'. / Netflix

Antonio Sempere

Antonio Sempere

Jordi Évole ha cumplido el sueño al que puede aspirar cualquier apasionado del mundo audiovisual. Vivir muy bien haciendo lo que le gusta, habiendo marcado un estilo propio, tras crear una empresa que da trabajo a numerosos profesionales del gremio, producciones El Barrio. Dando la cara solamente en un programa de televisión tan personal que lleva su nombre, Lo de Évole, del que se emiten solamente diez entregas anuales, lo que le permite seleccionar los temas a tratar de entre muchos candidatos, desbrozar el grano de la paja, dejando a su compañero Gonzo los que irán en el lote de Salvados, también producidos por él.

Sólo hay un detalle: durante los diez domingos en que se emite Lo de Évole, Jordi amanece los lunes entre enero y marzo pendiente de las cifras de audiencia que ha logrado el programa, porque de ellas depende que La Sexta, la cadena privada que lo emite, y que hasta el momento considera el espacio como uno de sus productos de prestigio, continúe depositando la confianza en él.

Cada entrega de Lo de Évole está producida a la manera de un documental. Con una producción apoteósica y primorosa. En ese sentido, Jordi Évole está sacando los colores a TVE, porque su programa, tanto en los aspectos formales como en los contenidos que aborda, debería estar a adscrito a la televisión pública y no a una privada. Siempre y cuando la televisión pública no estuviese pendiente de las audiencias. Pero cuando en TVE están más preocupados por la cuota de pantalla que en La Sexta, nos explicamos todo lo que está pasando. 

Felicidades por tanto, Jordi. Y bravo por Los de las nieves.