Arquitectura

La regeneración de la ladera del Vinalopó

La ladera del río Vinalopó, con varias personas paseando y haciendo deporte por la zona. | ÁXEL ÁLVAREZ

La ladera del río Vinalopó, con varias personas paseando y haciendo deporte por la zona. | ÁXEL ÁLVAREZ / por Tomás Martínez Boix Doctor en Arquitectura

Tomás Martínez Boix

Tomás Martínez Boix

Vamos a adentrarnos hoy en un plan, que a través del trabajo artesanal, está transformando un paisaje tan significativo para Elche como resulta ser la ladera del río. Antes de entrar en materia, hay que decir que el Vinalopó forma un corredor territorial de alto valor ecológico que pone en contacto las sierras del interior con los paisajes marinos que conforman los ecosistemas litorales. Y es fácil entender que estos corredores son fundamentales para mantener la gran diversidad ecológica y paisajística de nuestro municipio. En la Estrategia Territorial de la Comunidad Valenciana, ordenación marco del urbanismo valenciano, está calificado como Infraestructura Verde, prescribiendo su conservación y puesta en valor de sus activos ambientales paisajísticos y culturales.

El río marca un surco, hoy central en nuestra localidad, que obliga a la existencia de unos puentes que al mismo nivel de la ciudad permiten la comunicación de personas y vehículos. En cuanto al cauce, tras un intento (afortunadamente fallido) del desarrollismo de los años setenta de convertirlo en paso de autopista, se llegó al profundo convencimiento por parte de los ilicitanos de que el cauce debía ser verde. De este modo hoy un parque lineal atraviesa nuestra ciudad en dirección norte sur.

Hay que destacar también el valor patrimonial de ciertos edificios ligados al río como el Molino del Real o el Palacio de Altamira; que enlazados a palmerales de ladera marcan los mejores paisajes de nuestra ciudad. Las Murallas Almorávides, hoy con un proyecto de recuperación, sirven de basamento a la visión urbana desde el otro lado del río. A su vez, el caminar por el cauce permite la visualización de los distintos puentes de nuestra ciudad, algunos magníficos, otros de una tosquedad sorprendente.

Quiero hoy hacer una alabanza de este proyecto de ajardinamiento que considero importante para definir el paisaje de nuestra villa. A su vez, los fines perseguidos con esta actuación son variados. En primer lugar, se trata de contener unas laderas con taludes importantes y conformadas por terrenos poco compactos que se deslizan lentamente hacia el fondo del río. Aunque el fenómeno es muy lento, se puede observar a simple vista viendo la inclinación de unos árboles que en origen eran verticales. En segundo lugar, trata el proyecto de aumentar la accesibilidad a un paseo que discurre junto al río y que permite actividades de ocio y deportivas.

Uno de los aspectos más interesantes del plan es que se ejecuta mediante talleres de empleo basados en una labor de contratación y formación de personal. Los talleres se estructuran en varios niveles, desde los más sencillos de conservación y mantenimiento de jardines hasta aquellos de jardinería y restauración del paisaje de mayor complejidad.

Pero sobre todo, lo más importante para mí, es que se está produciendo una modificación de esta escena urbana tan característica para nuestra ciudad. Y ello, mediante la contención de tierras a través del uso de la técnica de «muros de piedra seca». El trazado de muros mediante piedra en seco tiene un origen constructivo tradicional y popular. Consiste en aparejar mampuestos sin unión con material ligante alguno. En nuestra comunidad ha transformado innumerables vertientes abancalando las pendientes y permitiendo una agricultura de montaña. Este modo de actuar ha preservado los taludes frente a los procesos de corrimiento de tierras inherentes a los fenómenos de erosión. Pensemos en los procesos erosivos y en la amenaza de desertificación que son tan importantes en nuestra provincia. Hay que unir a estos fenómenos el abandono de tierras, un hecho que ha producido la pérdida en este siglo XXI de casi un treinta por cien de superficie cultivable.

También hay que significar que en 2018 la Unesco inscribió esta técnica de obras en piedra seca en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Con este conjunto de declaraciones diversas España se consolida como uno de los países con mayores diferencias en la cultura propia. Pensemos que en nuestro país la diversidad cultural es enorme al disponer de cuevas prehistóricas, monumentos romanos, palacios y mezquitas musulmanes, monasterios y castillos medievales, grandes obras renacentistas y barrocas o actuaciones de arquitectos contemporáneos que como las de Gaudí siguen asombrando.

Volviendo a nuestro jardín, el hecho de que el proceso de enseñanza y construcción se está realizando por partes, directamente sobre el terreno, podría conducir a un problema de falta de cohesión en el conjunto. Pero podemos decir que la ausencia de un proyecto organizador de la totalidad de la actuación no está afectando a su coherencia. Y ello es debido a la labor de coordinación del arquitecto municipal Julio Sagasta que a cada una de las intervenciones y cursos los dota de una unidad de criterio para actuar frente al paisaje.

Como conclusión podemos decir que la labor artesanal y callada de unos talleres de empleo organizados en torno al uso de la piedra seca está estableciendo la impronta de uno de los paisajes más importantes de nuestra ciudad.