Opinión

La insoportable levedad de la derecha

Cayetana Álvarez de Toledo.

Cayetana Álvarez de Toledo. / EFE

“Defiendo la educación exclusivamente en español, y quien quiera, que estudie en catalán”. Destacaba un diario de tirada nacional esta frase de una estupenda entrevista a un pensador, seguramente de ultraderecha, llamado Félix Ovejero, con la que no puedo estar más de acuerdo y, añado yo, por si algún estulto no lo ha pillado, en gallego, valenciano o vasco.

Con este planteamiento se cumple el mandato constitucional y se da satisfacción a todo el mundo. Lo demás es demagogia, ganas de enredar y empobrecer, a un alto precio, la enseñanza de nuestros hijos, así como introducir el conflicto y el desorden político. No aceptar este principio tan básico ha contribuido a polarizar la sociedad y es el germen de la discordia que los separatistas y la extrema izquierda llevan más de cuarenta años inoculando en la vida política, con la complaciente colaboración de los dos grandes partidos nacionales

También comparto lo que dijo el señor Feijóo, que actualmente “disfrutamos” de los peores políticos desde la transición. Muchos de ellos con ínfima formación, sin vida laboral previa y llegados a las instituciones ajenos a mérito alguno, por lo que les resulta fácil despreciar los logros obtenidos al carecer de criterio, salvo su mera ignorancia e imbuidos de un adanismo tan infantil como sus modos de expresión. Estamos prisioneros de unos representantes públicos que se agotan leyendo un “tuit” y que confunden un argumento con un zasca más o menos grosero.

La impagable Cayetana Álvarez de Toledo insiste en tratar a los votantes como adultos, pero su deseo apenas es seguido por ninguno de sus compañeros, de uno u otro lado. Entre sus muchos aciertos destaca la necesidad de equilibrar el tablero, que en el debate político no haya unas ideas, por peregrinas que sean, que partan con la etiqueta de calidad porque se les ha puesto el sello de progresistas.

Europa, tan dada a mirar a España como una curiosidad folklórica, tan dispuesta a asumir el relato separatista como si fuésemos una democracia fallida, ha despertado tras venir a Cataluña a comprobar el apartheid educativo que sufren los alumnos con lengua materna española. Yana Toom, que encabezaba la delegación, no daba crédito a lo que veían sus ojos: en un estado de la Unión Europea no se respetaban las leyes, se negaba el estudio en el idioma oficial, se acosaba a los que reclamaban sus derechos, se insultaba a los que acudieron como observadores y se impedía hablar a los funcionarios interpelados. Pues señores eurodiputados, es a esta gente, a estas ideas balcanizantes y decimonónicas, a este clima de opresión al que se pliegan nuestros líderes; asumiendo sus disparates, incapaces de plantarles cara, complacientes hasta la náusea, obsecuentes hasta el ridículo. Han sido los árbitros de la partida por la necedad de la mayoría y, todavía hoy, seguimos legislando con un ojo puesto en ellos, no vaya a ser que estos tahúres de la política se irriten. Pero no crean que sólo pasa en Cataluña o País Vasco, en otras regiones como Galicia, Baleares o Valencia el español también está siendo tratado como una lengua impuesta, frente a la denominada propia, que, casualmente, además es la minoritaria, y sus hablantes (los de español, claro) discriminados de una u otra forma.

Cayetana reclama presencia, poder, presupuesto y prestigio para esa parte de la población que lleva decenas de años sufriendo la dictadura separatista con sus secuelas de ostracismo social, acoso personal, hostigamiento escolar y persecución laboral. Pues señores, de equilibrar el tablero nada, de dar presencia, prestigio, poder y presupuesto, menos. Baleares y, en menor medida, la Comunidad Valenciana siguen, a pesar de la mayoría de centro-derecha, bajo el asfixiante mantra del nacionalismo identitario. Las leyes de libertad lingüística o no se hacen o se quedan en un revoltijo que mantiene casi todos los errores anteriores, con sus secuelas de limitación de derechos y su estúpido aldeanismo de boina y pandereta. Si alguien piensa que esto no le afecta, que se lo digan a los andaluces que van a trabajar en la Copa del Rey, ¡se les pide conocimientos de vasco, en Sevilla! La estupidez es altamente contagiosa.

PD. No hay dinero para implementar líneas en valenciano y español pero sí para la academia del tango, tan enraizado en nuestra comunidad. ¿para cuándo la agencia que rescate los vínculos comunes en la caza de la foca entre los inuit y los habitantes del bajo Vinalopó?