Opinión

Las fiestas de Sant Vicent del Raspeig hace 135 años: 1889

Estatua del Patrón San Vicente Ferrer.

Estatua del Patrón San Vicente Ferrer. / ADRIÁN SANSO

La singularidad o importancia de las fiestas sanvicenteras de 1889, hace ahora 135 años, no sólo radica que son muy antiguas, o que cumplan muchos quinquenios, sino que, lo que las hace más interesantes, es que su celebración coincidió con un acontecimiento fundamental en la evolución socioeconómica del municipio.

En aquella primavera de 1889, el municipio sanvicentero tenía una población de apenas 4.000 habitantes; no llega ni al diez por ciento de la actual. Los residentes en el casco urbano son menos de la mitad, unos 1.800; viviendo el resto en los caseríos y casas aisladas diseminadas por el término. Los edificios son un total de 921, de los que sólo 382 están en el núcleo; menos de la mitad. La gran mayoría de ellos modestas edificaciones, casi todas de planta baja o, a lo sumo dos alturas, conforman el urbanismo sanvicentero de la época. Los indicadores de actividad agraria, industrial o comercial son claramente inferiores a la gran mayoría de los pueblos de la provincia.

En este contexto se vuelven a celebrar las fiestas del municipio, "cívico-religiosas". Ancestral fiesta agraria, de celebración primaveral, asociada a los ciclos de la naturaleza; puesta bajo la advocación de un Santo, en este caso Sant Vicent Ferrer. Y, dicho esto, ¿cuál es el acontecimiento o la novedad en su celebración anual?.

Por vez primera, el municipio cuenta con una estructura industrial en su historia. Se trata de una Fábrica de Tejas y Ladrillos, conocida en la memoria local, como el "Teular de Ferrer", por el apellido de su fundador. Moderna instalación industrial para la época, con la innovación de la "teja plana". Curiosamente en el mismo lugar donde hoy se ubica el campus de la Universidad de Alicante. El impacto será impresionante en la deprimida economía local. Pronto alcanzará el centenar de empleos, lo que en términos actuales supondría más de dos mil. Empieza la industrialización sanvicentera.

Las festividad y su programa, tan diferentes y tan iguales a las actuales, mantienen, obviamente, todos los elementos propios de una sociedad preindustrial. Las campanas de la torre de la Iglesia, la cual domina casi todo el término, anuncian en el "comienzo de la tarde" del sábado 27 de abril, el inicio de las fiestas (es decir, después de la jornada laboral de la mañana). El volteo de campanas, seguido por los pasacalles de una banda de música y la "dolçaina i el tamborí", anuncian una pausa en el duro trabajo cotidiano.

La Iglesia, la cual conserva todavía una "magnífica cruz de bejuco con crucifijo de oro cincelado, atribuido a Benvenutto Cellini, siglo XVI, con tres esmeraldas en cada extremo, engastadas en oro, con esmaltes traslúcidos y regalada por el célebre marino Jorge Juan", es preparada para "el gran día". Esta obra de arte que llegó a figurar en la Exposición Nacional de Valencia de 1910, "desapareció" tras el bárbaro saqueo y destrucción del templo al comienzo de la Guerra Civil.

El programa festero de esa tarde del sábado y los días siguientes está formado por fuegos artificiales, "disparo de morteretes", actuaciones de la banda de música, "dolçaina i tambori", "danzas al estilo del país", juegos diversos, como cucañas y "carreras de hombres y muchachos", así como "elevación de globos aerostáticos". Entre otros. No hay ni reina de las fiestas, ni nada parecido; tampoco "Cants d’ Albaes".

En la mañana del domingo, 28 de abril y al día siguiente, las calles y los alrededores del pueblo presentan un animadísimo aspecto. La localidad se ha convertido en el centro de reunión de los vecinos de la comarca, particularmente de Alicante. No sólo se acude a las fiestas sino también a un mercado anual comarcal, conocido como "porrate o pequeña feria comercial". Los puestos no son sólo de turrones o dulces, sino también de utensilios de uso doméstico o agrícola, entre muchos otros. La fiesta sanvicentera cumple su función social y, al mismo tiempo, económica.

El lunes 29 de abril, es el día del Patrón Sant Vicent Ferrer, es una festividad trasladada a un lunes, ya que en el santoral es el 5 de abril; como vemos todo está inventado. La procesión se celebra por tarde, "a las cinco en punto" (no olvidemos que es hora solar). Es al mismo tiempo celebración religiosa y procesión cívica "hi ha que anar arreglat"; "escaparate sociológico".

Al día siguiente, martes 30, ya es "mitja festa"; hay que volver al trabajo. Las fiestas eran la pausa laboral y el acontecimiento anual pero, en este año 1889, el principal acontecimiento, la principal novedad era, por vez primera en la historia económica del municipio la existencia de "proletarios industriales". La fábrica de tejas y ladrillos reanuda su actividad, ha comenzado la "industrialización sanvicentera".