Opinión

El riesgo nuclear regresa

Joe Biden afirmó que el mundo vivía su momento más peligroso desde la crisis de los misiles en Cuba, allá por 1962

Ilustración: El riesgo nuclear regresa

Ilustración: El riesgo nuclear regresa / FREEPIK

En un mundo que recupera un lenguaje bélico que hace tiempo no veíamos, el riesgo nuclear es como el Guadiana que aparece y desaparece. Ahora vuelve. Con la invasión de Ucrania Joe Biden afirmó que el mundo vivía su momento más peligroso desde la crisis de los misiles en Cuba, allá por 1962, que al final lograron calmar entre Kennedy Kruschev en contra de la opinión de Fidel Castro, que según el ruso estaba dispuesto al holocausto nuclear.

En los últimos meses habían decaído las amenazas rusas, más frecuentes cuando al comienzo de la invasión las cosas no marchaban como Moscú había esperado. Se les veía nerviosos y tratando de achantar tanto a Kiev como a la OTAN. Entre chinos y americanos les obligaron a bajar el tono, hasta que Putin lo ha recuperado para amenazar con una respuesta nuclear a la peregrina idea de Macron de poner soldados OTAN en Ucrania (idea que el francés abandonó rápidamente) y lo ha reiterado posteriormente en una entrevista diciendo que esas bombas «existen para ser utilizadas»... aunque sólo en caso extremo. Poco tranquilizador porque también hay rumores de que planea poner armas nucleares en el espacio. Y todo eso ocurre cuando se ha desmantelado toda la arquitectura de seguridad nuclear ruso-norteamericana (Tratados INF, START, etc.) mientras los chinos están aumentando sus cabezas nucleares. Vamos a peor en vez de a mejor. Es un ambiente que contribuye a explicar el éxito de la película Oppenheimer.

Por desgracia hay también otros lugares donde esas armas vuelven a cobrar actualidad: Irán y Corea del Norte.

El estallido del conflicto entre Israel y Hamás dio al traste con unas conversaciones que iraníes y americanos tenían en Omán, y lo ocurrido desde entonces impide su reanudación. Trump se equivocó al denunciar unilateralmente el acuerdo trabajosamente conseguido por Obama para frenar los avances nucleares de Irán, y ante la falta de resultados obtenidos por Biden (que tampoco se ha esforzado demasiado) los radicales han ganado influencia en Teherán y ahora no solo acosan a las mujeres que no llevan bien el velo, sino que se han liberado de la tutela de la Agencia Internacional de la Energía y han comenzado a enriquecer uranio por encima del 60% y lo preocupante es que si se ponen a ello en un par de meses podrían tener algunos kilos de uranio enriquecido al 90%, que es lo que se precisa para un artefacto nuclear. Lo cual tampoco quiere decir que ya tuvieran la bomba pues lanzarla exige una complicada tecnología balística en la que probablemente también están trabajando aunque lo nieguen. Irán mira a Pyongyang, sabe que también será intocable si cruza el umbral nuclear y esa es precisamente la razón existencial por la que Israel no lo permitirá. Todo lo cual amenaza con una guerra mayor en Oriente Medio o al menos con una carrera de armamentos (Arabia Saudita, Turquía, Egipto...) que nadie desea. Tras la provocación israelí al bombardear un edificio diplomático iraní en Beirut donde murió, entre otros, un general de la Guardia Revolucionaria, la tensión entre ambos países está más alta que nunca. Irán tendrá que responder y veremos cómo lo hace.

Corea del Norte sobrevive sometido a una dinastía comunista que mantiene a su pueblo subdesarrollado y famélico aunque con armas nucleares. Fanático pero no tonto, Kim Jong-un se burló de Donald Trump que con sus encuentros le otorgó una legitimidad que no tenía, y ahora se siente reforzado por su alianza con Moscú al que facilita munición de artillería para la guerra de Ucrania. Kim, que hace pruebas con misiles cada vez más potentes, ha dado un giro muy preocupante a su política regional porque ha abandonado formalmente el objetivo constitucional de la reunificación pacífica entre las dos Coreas y amenaza abiertamente con la destrucción del régimen democrático y capitalista de Seúl, convertido ahora en «su principal enemigo». ¿Exageración? Es difícil saberlo pero estos dictadores que no escuchan a nadie son muy peligrosos, sobre todo cuando se sienten intocables como Kim, sentado encima de un arsenal nuclear.

Con el riesgo que supone la existencia del arma nuclear para la humanidad, sería deseable que las grandes potencias retomaran la negociación de un acuerdo global para luego imponerlo a las demás. Desgraciadamente el ambiente geopolítico lo hace hoy imposible. Como siempre, lo urgente pospone lo importante. Jugamos con fuego y este fuego es de no retorno.