Opinión

La memoria motivadora

Una imagen de El maestro que prometió el mar, que se proyecta en los cines Odeon de Elche

Una imagen de El maestro que prometió el mar, que se proyecta en los cines Odeon de Elche / INFORMACiÓN

Bañuelos de Bureba es un pueblo burgalés que cuenta con una treintena de habitantes y que noventa años atrás tenía 250 vecinos. Antoni Benaiges no se arredró cuando le dieron la plaza y allí que se plantó desde su Mont-Roig del Camp tarraconense con la maleta de madera. En el primer día de clase a un alumno -el único sobreviviente- se le cayó el plumier y cuando el maestro fue a recogérselo el crío se cubrió la cabeza en un acto reflejo creyendo que iba a golpeársela como hacía el cura, que había sido el antecesor.

Pero no. El debutante en esas lides se embarcó en aquel cometido a bordo de su convicción en la renovación pedagógica y el método que estaba dispuesto a impartir iba por otros derroteros. De modo que, por ejemplo, compró una pequeña imprenta con la que el alumnado pergeñó unos cuantos cuadernos en los que quedaron plasmados desde la ortografía hasta las habilidades artísticas. En ese ten con ten surgió la pregunta sobre quién conocía el mar y al ver que ni uno siquiera propuso llevarlos ese verano de su segundo curso. Una vez reunida la autorización de todos los padres, el 19 de julio del 36 fue molido a golpes y paseado cubierto de sangre por falangistas para que fuera visto por todos, incluido el grupo de chavales. Esta historia ha sido recogida por «El maestro que prometió el mar» en un ejercicio de maniqueísmo difícil de soportar. Es lo que dirán los autores de la llamada ley de concordia del Gobierno valenciano en la que se refleja: «Hemos considerado que tiene que ser desde 1931 para que se incluyan, si existieron, las víctimas de la violencia revolucionaria del Frente Popular» que, dado se formó en el 36, mucho van a tener que buscar para encontrarlas.

Pese a la insistencia de sus familiares, los restos del maestro no han sido hallados. Tras décadas de forzado silencio, Bañuelos le hizo un homenaje a Antoni Benaiges, lamentó que una generación perdiera sus enseñanzas y ha restaurado y colocado su nombre a la escuela, convertida en centro de cultura. Es la diferencia.