Opinión | EL TELEADICTO

Truños

Un instante de la película La muerte ronda a Mónica

Un instante de la película La muerte ronda a Mónica / INFORMACIÓN

La película era un truño descomunal. Como tantos truños de cuantos se emiten de modo inmisericorde en Historia de nuestro cine. Con el pretexto de contextualizarla en la corriente del destape, La muerte ronda a Mónica es un engendro capaz de causar vergüenza ajena en los espectadores más benévolos. Una historia ridícula a más no poder y una gavilla de actores desafinados como una guitarra con las cuerdas rotas, provocan que lo que vemos sea que cada actor esté en una película diferente. Arturo Fernández, Jean Sorel, Nadiuska y Bárbara Rey nunca coinciden en el mismo registro, sin que al director Ramón Fernández le importe lo más mínimo. A pesar de su brevedad, se hace interminable. Ni siquiera se salva ubicarla en aquel 1977. Esto tan sencillo, que con claridad expone Carlos Aguilar en su Guía del cine (Cátedra), tanto de ésta como de la mayoría de películas emitidas por el contenedor, nunca se refleja en los juicios emitidos por los invitados al programa. Carlos merecería el Premio Nacional de Cinematografía.

Confundiendo recuperación con pleitesía, y convirtiendo en intocable todo el cine español producido antes del año 2000, en la tertulia de Historia de nuestro cine los participantes se esfuerzan por lanzar la loa más grande o la lisonja más original. Uno de los más socorridos llega a la hora de ingeniárselas para constatar la vigencia del producto. La mayoría de dichas películas son extemporáneas, ya nacieron viejas y el archivo es su destino ideal, salvo para los estudiosos que nos dedicamos a analizar rarezas.

Elena S. Sánchez no lo puede hacer mejor. Hace tiempo tocó techo como comunicadora. El problema está en el concepto. Sobre el cine español se puede opinar, discrepar, debatir. Soy un disfrutón de nuestro cine, no un zalamero que hace panegíricos. Afortunadamente tengo criterio.