La generosidad y la solidaridad son dos actos orientados a beneficiar a alguien o a algún colectivo, y en ese sentido no habría que ponerles etiquetas ni más limites que el alcance que puedan tener. Y es en ese alcance en el que hay que establecer su finalidad, para que produzcan el efecto deseado.

Hay que mirar, mirar mucho, a un lado y a otro de la sociedad, para que lo que se pueda aportar no caiga en saco roto y llegue a donde tenga que llegar.

Las necesidades, las desigualdades y las injusticias son muchas, por lo que se tienen que tener muy claros los objetivos de las aportaciones y que estas se empleen para lo que son concebidas, de forma íntegra y puntual.

Son muchas y variadas las contribuciones sociales altruistas que se puedan dar, como las donaciones, por poner solo un ejemplo, que se deben contemplar, como lo que son, pensadas y orientadas a a un fin concreto, a un objetivo predeterminado y debidamente controlado para que cumpla su función.