En la semana previa a los comicios autonómicos de hace ahora dos años, Compromís pasó de quedarse fuera de las Cortes, como apuntaban todas las encuestas, a convertirse en la tercera fuerza política de la Comunidad. Fue la gran sorpresa de aquella noche electoral. Desde entonces, todo ha sido crecer. Tanto en los vaticinios demoscópicos como en unas elecciones generales en las quelograron enviar a Joan Baldoví a Madrid. Pero todo eso, sin embargo, no tapa un lunar: la provincia de Alicante. Sin duda, la pata que más cojea de una compleja cooperativa política formada por el Bloc, Iniciativa, Els Verds, grupos de ámbito municipal y afiliados independientes.

Mientras en las otras dos provincias de la Comunidad la formación dispone de concejales en las dos capitales, de presencia en la Diputación, de parlamentarios autonómicos e, incluso, en el caso de Valencia, de un diputado en el Congreso, en Alicante, sin embargo, esa referencia, sin ediles en las grandes ciudades y sin escaño en la Diputación, es limitada. De hecho, Mireia Mollá, la única que logró acta en las Cortes en los comicios de 2011, se ha quedado casi como un solitario faro en la provincia. Esa debilidad política se podría ver acrecentada si, finalmente, la parlamentaria -con una notable proyección por su contundente labor de oposición- dejara paso para que el segundo de la candidatura, Dimas Montiel, en virtud de un acuerdo al que se llegó para cuadrar las listas en 2011 pero que luego quedó superado por la realidad de los buenos resultados, accediera al puesto para la recta final de legislatura. No será así. Mireia Mollá terminará el mandato pero eso no evita que Compromís esté obligado, si es que quiere consolidar un crecimiento uniforme, a poner remedio a un escenario que estrangula sus opciones de futuro. Las europeas podrían ser, apuntan algunos, una primera oportunidad.

Junto a la debilidad en Alicante, la coalición, aún en un año transición para afinar su maquinaria, tiene otros dos retos capitales: superar la imagen de la oposición frontal y de "camiseta" para "vender" propuestas de gobierno. "Construir nuestro sí", como dijo Mónica Oltra en el último Consell General. Y acertar, sin que ello suponga elevar el ruido interno, con el sistema para ordenar las candidaturas y, sobre todo, con el liderazgo: el dilema de dar continuidad a la pausa de Enric Morera; o apostar por el brutal empuje mediático de Oltra. De la resolución de esas incógnitas dependerá, sin duda, el resultado de 2015.