Atados por los recortes, el endeudamiento y la incapacidad para generar inversión pública. Esa es la gravísima situación que lastra el margen de maniobra del Consell que preside Alberto Fabra, como se desprende del análisis de los datos de ejecución del presupuesto actualizados hasta julio que ha hecho públicos el Ministerio de Hacienda. Durante los primeros siete meses del ejercicio de 2013, de hecho, la tendencia de la Generalitat apunta a reducir las inversiones un signo de clara paralización de la actividad económica pero, al tiempo, a pagar más y más por los intereses que genera la deuda, situada en un volumen cercano a los 30.000 millones, cinco billones de las antiguas pesetas. Es decir que, a pesar de intentar «vender» un mensaje de cierta mejoría en la misma línea que viene marcando Mariano Rajoy desde La Moncloa, lo cierto, sin embargo, es que, a día de hoy, la Generalitat continúa sin arrancar y, además, anclada por el fuerte endeudamiento: el segundo más alto de toda España en valores absolutos y el primero de la clasificación en relación al PIB.

Sin el peso suficiente para plantarse ante Madrid y reclamar una porción de los fondos del Estado de acuerdo con el estatus poblacional de la Comunidad, el Ejecutivo de Alberto Fabra, a la vez, tampoco tiene recursos a la deuda se suma, además, el gravísimo problema del expolio de la financiación para estimular la economía con sus propias inversiones. Las cifras son, de hecho, ridículas. A un recorte del 50% de los créditos asignados inicialmente a ese capítulo, hay que unir un volumen de ejecución de las inversiones previstas inferior en un 28,33% al que se registró en los balances de hace un año, un ejercicio que ya estuvo claramente marcado por las restricciones económicas y los «tijeretazos».

Por contra, sin embargo, el gasto en intereses que se abona a los bancos por el impacto que genera la deuda incrementada notablemente desde que llegó Fabra al Consell por la carga de los fondos de rescate crece y crece sin parar. Esa partida se ha incrementado, de hecho, en un 21,25% en relación al mismo periodo de 2012. En los primeros siete meses de este año, la Generalitat ha dedicado a cubrir su factura de intereses con las entidades financieras nada menos que 711 millones. Es decir, cada día, el Gobierno de Alberto Fabra dedica 3,3 millones a cumplir con los bancos. De cumplirse con las previsiones de gasto inicial, quedaría al descubierto la situación que, en estos momentos, padece la Generalitat: se dedicaría cuatro veces más a los intereses de la deuda alrededor de 1.120 millones, una cantidad que convertiría esta partida en la tercera conselleria con mayor presupuesto que a la inversión, cifrada, de ejecutarse en su totalidad, en poco más de 330 millones, según los datos que maneja el Ministerio de Hacienda. Es una cuestión, por tanto, de prioridad en la gestión.

El informe de ejecución mensual del departamento que dirige Cristóbal Montoro también certifica que en los primeros siete meses del año, el déficit la diferencia negativa entre los ingresos y los gastos alcanzó el 0,68% del PIB, a menos de un punto del tope marcado por el Gobierno lo que obligaría, de llegar a cumplirse, a no rebasar el 1,6%. En principio, el Consell ha logrado controlar el desfase gracias a los adelantos de fondos y a la liquidación del modelo de financiación del año 2011. Pero, sin embargo, cuando restarían cinco meses por contabilizar, parece muy complicado que el Gobierno de Alberto Fabra vaya a poderse ajustar a los severos objetivos marcados desde Madrid y que obligan a mantener la presión de los recortes. Un botón de muestra. En 2012, en el último mes del año, el déficit se disparó en un 1,3%, casi el porcentaje autorizado por Montoro al Consell para todo este ejercicio.