Fabra contra Fabra. Carlos contra Alberto. Fue, probablemente, la última comparecencia pública del que fuera todopoderoso líder del PP en Castellón, ahora condenado a cuatro años de prisión por tres delitos contra la Hacienda Pública y fraude. Y no la desperdició. Lanzó el anzuelo y provocó, casi de inmediato, la réplica del presidente de la Generalitat. Un escenario que evidencia fuertes discrepancias y que, a día de hoy, está por ver los interrogantes que puede añadir en el futuro al complicado panorama interno en las filas populares. Carlos Fabra, de baja en el PP pero aún con un notable ascendiente sobre un sector del que fuera su partido en Castellón, aprovechó la rueda de prensa de balance anual de la Cámara -organización empresarial en la que ejercía como secretario con un sueldo de 90.000 euros anuales y de la que se marchará en enero con una indemnización cercana a otros 100.000 euros- para ajustar cuentas pendientes, marcar distancia con su antigua formación política y escenificar el divorcio con Javier Moliner, su sucesor.

El que fuera presidente la Diputación de Castellón llegó a dejar en el aire si votará en las próximas elecciones al PP, del que fue presidente en su provincia durante más de dos décadas y en el que ya no milita a raíz de su condena. Fabra acusó a su antiguo partido de incumplir sus compromisos electorales con Castellón. «Lo que tenga que hacer dentro de dos años no lo sé. No soy afiliado del PP. Por lo tanto, tengo que ver los compromisos que el PP cumple con esta provincia, que, de momento, son bien pocos», aseveró. Carlos Fabra sacó pecho de su legado político. Citó el Club de Campo del Mediterráneo, que ha situado al borde de la quiebra y cuya gestión ha asumido Sergio García a cambio de pagar de la deuda; su labor en la Cámara de Comercio; y el aeropuerto sin aviones, que costó 200 millones a las arcas públicas y que, a día de hoy, sigue sin actividad. «Aquellos que han criticado el aeródromo se arrepentirán cuando en unos meses genere turismo y riqueza», alardeó. Sobre su futuro, dijo que tiene previsto «pasar el fin de año con mis nietos, jugar alguna partida de golf, dedicarme a algunos negocios personales compartidos con alguno de mis hijos y a disfrutar de la vida, que creo tener derecho». Esto último dependerá de si ingresa o no en prisión. La condena está recurrida en el Supremo. Deja la Cámara de Comercio de Castellón, aseveró, por «la bajeza moral de mucha gente que, para atacarme a mí, cuestiona a la entidad». «Es una institución centenaria, de mucho prestigio en Castellón, no iba a consentir que, en ese fuego cruzado, pudiera verse perjudicada», concluyó.

Al presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, no le sentaron nada bien las declaraciones del antiguo dirigente de su partido, con el que se fotografió durante un acto apenas unos días antes del juicio. «Me parece muy mal que una persona que ha estado en el PP durante tanto tiempo, por una situación judicial y una sentencia, ahora diga que no va a votar al PP». Sobre el «ninguneo» de Carlos Fabra a su sucesor en la Diputación de Castellón, el jefe del Consell asegurón que «también me parece muy mal» esa afirmación.