Sonia Castedo lleva meses alejada de la vida interna del PP. Sus problemas judiciales la han ido colocando, cada vez más, al margen de los procesos de los populares, sobre todo, desde que Alberto Fabra intensificó los efectos de su «línea roja» para apartar a los imputados por corrupción de la escena central del PP. Apenas se deja ver en convocatorias municipales con poco peso y sus comparecencias son cada vez más limitadas.

Hace unas semanas, por ejemplo, no acudió a la cena con la que los populares arrancaron el curso político en Castellón. Un encuentro que, durante muchos años, sirvió para medir la buena salud del PP y que ahora, sin embargo, se ha convertido en un escenario para diagnosticar sus males. Ayer, sin ir más lejos, una cita del líder provincial, José Císcar, y de la número dos de Fabra en el PP, Isabel Bonig, en Alicante para hablar de regeneración democrática evidenció esa situación. Castedo no estuvo en una sede provincial en la que su figura hace mucho que no aparece.