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Del alivio a una nueva inquietud en 24 horas

Unas generales «a la catalana» frustrarían la posible mejora de la inversión del Estado en Alicante

Del alivio a una nueva inquietud en 24 horas

Desde que en diciembre se celebraron las elecciones andaluzas, todo, con la excepción de la aprobación de los presupuestos de la Generalitat para 2019, habían sido malas noticias para el Consell del Botànic que se angustiaba cada día un poco más a la vista del crecimiento de las opciones del bloque de derechas del PP y Ciudadanos tras encontrarse con los ultras de Vox como tercera pata del tablero. Este pasado fin de semana, sin embargo, el Consell de Ximo Puig y Mónica Oltra -ya hay pocas dudas en las filas socialistas de que reeditarán el gobierno con Compromís si la aritmética cuadra- se encontró con dos balones de oxígeno: la confirmación del pacto de Podemos con EU para las autonómicas y las grietas que evidenció la derecha durante la manifestación contra Pedro Sánchez -menos masiva de lo esperado- del domingo en Madrid.

El acuerdo entre los morados y EU, enquistado por el reparto de las listas, se esperaba desde hace semanas en el Consell. Reconocían tanto en las filas socialistas como de Compromís que era la única forma de salvar a Podemos del retroceso que le vaticinan todas las encuestas; de dar valor a los votos de EU, casi con toda seguridad por debajo del listón del 5% para acceder a las Cortes; y de paso armar una tercera pata sólida para el Botànic que contrarrestrara al tripartito de derechas. Pero, además, en clave de la Comunidad, en las filas del Consell también se miraba con lupa lo que ocurría en Madrid. Y el resultado tampoco se valoró en negativo. Todo lo contrario. Hubo cuatro evidencias que la izquierda valenciana vio como un activo: la movilización de la derecha se quedó a medias; el PP y Ciudadanos se entregaron al mensaje ultra de Vox que, como todos coinciden, tiene un techo; los síntomas de debilidad que empieza a mostrar la formación de Albert Rivera con Toni Cantó actuando en la Comunidad, muy incómoda en esa foto con Santiago Abascal que les aleja del espacio moderado y centrista; y el hecho de que toda esa «coctelera» acabe activando al votante progresista en mayo.

En Compromís, incluso, se felicitaban de que la vicepresidenta Oltra, su candidata de nuevo al Consell en los comicios de mayo, entrara en campaña en el acto del pasado sábado para convocar las primarias. La esperaban desde hace tiempo. Llegó el lunes y, sin embargo, todo se volvió de nuevo en incertidumbre. La amenaza de los independentistas de bloquear los presupuestos de Pedro Sánchez, un trascendental debate que comienza mañana mismo en el Congreso, desató todas las especulaciones sobre el adelanto de unas elecciones generales para el próximo 14 de abril, conmemoración de la proclamación de la segunda República en 1931; o incluso, como apuntaban destacados «sanchistas», de la posibilidad de unir esos comicios con la triple cita -municipales, autonómicas y europeas- de mayo. El famoso «superdomingo». El Gobierno decidirá la próxima semana a la vista del resultado del debate de presupuestos aderezado, además, del escenario de inestabilidad que se avecina con el inicio hoy mismo del juicio contra los dirigentes políticos catalanes por el «procés».

Ximo Puig tenía un compromiso para que las generales se retrasaran lo máximo posible a la espera de que se relajara la cuestión catalana. Ninguno de sus socios, ni Compromís ni tampoco Podemos, querían diluir el debate de la Comunidad en unas generales engordadas por la crisis independentista, el principal y casi único argumentario de campaña que hasta aquí han usado la candidata del PP, Isabel Bonig, y el mencionado Toni Cantó, que ayer mismo volvió a insistir con la manifestación. La prueba de que ese «fantasma» no se había marchado nunca, como se lamentó la izquierda. Esta semana, de hecho, el pleno de las Cortes se centrará en una moción socialista que defiende el «diálogo» dentro de la Constitución. Lo cierto es que tumbar los presupuestos por la crisis catalana impediría, por ejemplo, culminar la negociación de más inversiones para Alicante y conduciría a unas generales marcadas desde Madrid que taparían el debate real de unas autonómicas en las que la provincia es escenario clave.

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