El presupuesto de la Generalitat de 2020, que la pandemia ha dejado en poco más que papel mojado, fue aprobado el 19 de diciembre pasado con los votos de los partidos de la izquierda (PSPV, Compromís y Unidas Podemos) y el no en bloque de la oposición (PP, Ciudadanos y Vox). Salió adelante con más facilidad en el trámite parlamentario, al estar Podemos en el Consell en esta segunda legislatura del Acord del Botànic, pero sin diferencias a la hora de votar con lo sucedido desde 2015.

Puede ser que este año no suceda así. La emergencia sanitaria y social por la covid-19 puede evaporar la dinámica de bloques. Es lo que pretende el jefe del Ejecutivo. Ximo Puig aspira a un presupuesto de 2021de unidad, que cuente con el respaldo (o al menos la no oposición) de los partidos del centroderecha.

Puig tiene un argumento de peso sobre el que intentar unas cuentas de unanimidad: los acuerdos de reconstrucción (Alcem-nos) rubricados en julio y principios de agosto, en los que han participado patronal, sindicatos, instituciones gobernadas por el PP y también todos los grupos parlamentarios (los del gobierno y los de la oposición conservadora). El plan en Presidencia es que los presupuestos de 2021 deben estar orientados a dotar económicamente estos acuerdos.

El presidente valenciano y el de España vuelven a estar alineados a la hora de encarar la pandemia. Pedro Sánchez aseguró ayer que quiere un «presupuesto de país», no de Gobierno. El líder del PSOE dijo en una entrevista en la cadena Ser que el Ejecutivo no puede excluir a ningún grupo político en las cuentas del año próximo.

No obstante, la situación de ambos gobiernos de coalición no es idéntica. El Consell puede sacar sus presupuestos adelante solo con el apoyo de las fuerzas del Botànic, mientras que a Sánchez no le basta con el apoyo de los socios de Unidas Podemos. El Ejecutivo central necesita a las minorías de la investidura o que Ciudadanos se sume a algunos de estos grupos. El PP marca distancias mientras los de Pablo Iglesias sigan en carteras ministeriales.

Precisamente, los morados están en modo de alerta y exigen un acuerdo previo entre los aliados antes de sentarse con Inés Arrimadas (Cs) y estar presentes en ese diálogo. Habrá que ver la actitud de Compromís y Unidas Podemos en el caso de los presupuestos valencianos, aunque existe el precedente del dictamen parlamentario para la reconstrucción. Las dos formaciones más a la izquierda de la alianza de Gobierno exigían incluir medidas claras y diáfanas de este color, como subir impuestos o la reversión de las concesiones sanitarias, pero finalmente transigieron en favor de la unidad. Entonces se dijo que no era un pacto de gobierno lo que estaba sobre la mesa. De momento, los primeros pasos para la elaboración de las cuentas de 2021 no se han desvelado problemáticos entre los socios. La sensación, aseguran fuentes del Ejecutivo, es positiva: «Nadie puede estirar mucho la cuerda», comentan.

Mano tendida de Cs y PP

Mientas tanto, el síndic de Ciudadanos en las Cortes, Toni Cantó, ofreció ayer «mano tendida» para apoyar los presupuestos de la Generalitat, pero su formación va a intentar, dijo, que las cuentas autonómicas, «cuanto menos dependan de Podemos y Compromís, mejor». «Ya hemos demostrado que hemos conseguido cosas en Sanidad o Industria para las que el PSOE sabía que no podía contar con sus socios y sí con nosotros», dijo Cantó. La posición del líder de Cs se produce un día después de que la presidenta del PPCV, Isabel Bonig, abriera la puerta a pactar los presupuestos con Ximo Puig dentro de una estrategia de «lealtad crítica». Tanto Cs como PP tiene condiciones y no ofrecen un apoyo gratuito.