«Un Alma federal y un cuerpo federal para que este sujeto político que es España pueda progresar». Así comenzó su intervención el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, en el ciclo de «Política para tiempos difíciles», organizado por la Universidad de Alicante (UA) y dirigido por los catedráticos de Derecho Constitucional Mar Esquembre y Manuel Alcaraz. Puig cerró las jornadas con la conferencia «De la España autonómica al Estado federal». El jefe del Consell desgranó cuatro grandes principios que articulan el «espíritu federal»: concordia para que convivan distintas sensibilidades; lealtad frente a los identitarismos centralistas o «cavernarios» para que «nadie se apropie de España»; confianza, donde la palabra clave para entenderse es diálogo; y patriotismo cívico, con una España «donde quepamos todos» y donde sobran «vísceras patrióticas». Así, comparó a España con un «trencadís» donde si las teselas caen o, lo que es peor, las arrancan, ese mosaico se desdibuja y acaba en caricatura.
En este sentido, identifica hasta cinco retos territoriales y propone tres reformas desde el punto de vista del federalismo, que considera «la evolución natural de la democracia». Todo guiado por la «pluralidad» y el «diálogo» en el momento «crucial» que vive la España autonómica para preservar «la concordia que tantos frutos nos ha dado». Así, para transitar de la España autonómica a la federal, los cinco retos que exige abordar, y dejar atrás, pasan desde la «macrocefalia del centralismo ineficiente», a la «uniltelaridad», la divergencia de la financiación injusta y el dumping fiscal, la invisibilidad de algunos territorios y la España interior, que, lamentó, «está en peligro de extinción».
Para ponerle coto a esas disfunciones, Puig propone tres amplias reformas desde tres prismas: el económico, el político y el emocional. La primera es a la que se le ha empezado a dar forma, la reforma de la financiación autonómica de la que destacó, como ha repetido varias veces en esta semana, la «unidad», «firmeza» y «rigor» de la vía valenciana para ir todos a una en esa reivindicación. «No es una reivindicación identitarista, es una cuestión de justicia, de igualdad y de respeto», quiso aclarar.
La segunda de las reformas, más complejas, necesita de una acción política y es la cogobernanza. Sobre esta señaló a la pandemia como «una máquina que debería crear federalistas», al igual que, a su juicio, «ha sido una máquina de crear keynesianos», la teoría que afirma que el Estado debe intervenir en la economía para mantener el equilibrio y revertir los ciclos de crisis. En este sentido, reivindicó, a corto plazo, avanzar con las conferencias de presidentes y las sectoriales; a medio plazo, una reforma «pragmática» del Senado; y, a largo plazo, otra de la Constitución que explore la senda federal.
Sobre la tercera de las reformas, la emocional a la que llamó la «España de las Españas», reclamó caminar hacia la centralidad periférica y volvió a incidir en su idea de que las instituciones del Estado se distribuyan más allá de la capital y a la hora de redibujar los mapas de infraestructuras primar a la España «real» frente a la «radial», y responder así al problema de la despoblación.
Entre quienes escucharon al presidente de la Generalitat se encontraban las conselleras Ana Barceló y Carolina Pascual, así como el alcalde de Elche, Carlos González; la delegada del Consell, Antonia Moreno; el ganador de las primarias del PSPV en la provincia, Alejandro Soler; la subdelegada del Gobierno, Araceli Poblador; la secretaria autonómica de Cooperación, Toñi Serna; o la diputada Patricia Blanquer.
