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La importancia de prevenir en el cáncer de mama

La tasa de mortalidad disminuye gracias a la detección precoz a los avances en tratamientos

La autoexploración, buena media preventiva.

El 19 de octubre se celebra el Día Mundial del Cáncer de Mama. Estamos ante el tumor más frecuente en Europa, cuya probabilidad de desarrollo por una mujer a lo largo de su vida es de una de cada doce. La tendencia es ascendente y es muy posible que en los próximos años se llegue a la cifra de una de cada diez. La pregunta es: ¿a qué es debido este incremento? La respuesta no está clara, pero existen algunos factores que pueden estar relacionados, como los cambios en los hábitos de vida y la mayor exposición a ciertos condicionantes ambientales.

Sin embargo, una buena noticia es que la tasa de mortalidad está disminuyendo, probablemente como consecuencia del diagnóstico precoz y de los avances en los tratamientos. De hecho, la autoexploración, las mamografías o la resonancia magnética son las herramientas más eficaces para detectar bultos sospechosos en el pecho. La prueba diagnóstica debe repetirse anualmente a partir de los 50 años. Por otra parte, los factores de riesgo o circunstancias que hacen que una persona sea más propensa a desarrollar un tumor son varias. La edad, los antecedentes familiares o haber sufrido otro cáncer son algunos de los elementos de riesgo habituales. De todas formas, existen otras claves que aumentan el peligro: no haber tenido hijos, la administración de hormonas, factores medioambientales, el estilo de vida, el estrés, la obesidad, la ausencia de ejercicio o la jornada de trabajo nocturno.

Sin embargo, el cáncer de mama lleva asociado un componente emocional relacionado con las implicaciones estéticas; por ese motivo el enfoque de su tratamiento se realiza mejor desde unidades especializadas.

El aumento en la tasa de curación de las últimas décadas se ha debido, en gran parte, a los avances en el tratamiento, de forma muy especial en la quimioterapia y en la hormonoterapia preventiva, que se emplea asociada al abordaje local con cirugía. En cuanto a las terapias, actualmente se aplican de acuerdo con las características del tumor y los factores de riesgo de metástasis (basados en los ganglios afectados de la axila, el tamaño tumoral, la edad menopáusica de la paciente y los receptores tumorales). Hay métodos que estudian genéticamente el cáncer y son capaces de informar de si realmente hace falta la quimioterapia complementaria o puede omitirse, basados en la capacidad de predecir qué pacientes no van a desarrollar metástasis. Los dos mas empleados se denominan Mammaprint y Oncotype DX.

El doctor Antonio Brugarolas, director de la Plataforma de Oncología del Hospital Quirónsalud Torrevieja, lleva aplicando con éxito un tratamiento «a la carta» en pacientes, tras el análisis genético de sus tumores. En cada biopsia se han valorado todos los genes que tienen relación con la respuesta o la resistencia a la quimioterapia y se ha comprobado el perfil de la respuesta de cada tumor a cada uno de los fármacos antitumorales. Se obtienen datos que demuestran qué fármacos son inactivos y cuáles,mas eficaces. Por tanto, al administrar los medicamentos activos, según los genes tumorales, se produce un beneficio clínico en el 70% de los pacientes.

La técnica de los microarrays ha permitido encontrar una alternativa en tumores metastásicos, entre ellos elcáncer de mama, resistentes a la quimioterapia, para los que se consideraba que ya no había opción de tratamiento. También la cirugía se ha ido adaptando a los resultados alcanzados, de forma que se han consolidado técnicas quirúrgicas menos agresivas y no mutilantes, además de adoptar novedosos métodos de cirugía reconstructiva. Siempre que sea posible, se practica la reconstrucción en la misma operación mamaria, para que la paciente sea sometida a ella junto a la extirpación y la radioterapia en el mismo acto quirúrgico, denominado one step treatment.

La radioterapia también ha dado pasos importantes: innovaciones como la intraoperatoria (durante la intervención) permiten administrar en el mismo acto quirúrgico una dosis equivalente a cinco semanas de dosis externas, algo que ayuda a la recuperación. Por último, resulta fundamental en todo el proceso el papel del psicooncólogo, como figura clave que ayuda a asimilar el shock del primer diagnóstico y acompaña y orienta en todo momento a la paciente y a su familia.

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